Aleñá y Rigui Puig como símbolo

Aleñá se marcha al Betis

Aleñá se marcha al Betis / sport

Lluís Mascaró

El 25 de noviembre de 2012, el Barça escribió una de las páginas más especiales de su larga y brillante historia. Aquel día, en el transcurso del partido de Liga entre el Levante y el club blaugrana, el conjunto que dirigía Tito Vilanova jugó durante 61 minutos con 11 canteranos. La entrada de Montoya por Alves (lesionado al cuarto de hora de partido) obró la epopeya.

Un Barça formado por Valdés en la portería; Montoya, Puyol, Piqué y Jordi Alba en la defensa; Busquets, Xavi e Iniesta en el centro del campo y Pedro, Messi y Cesc en la delantera sublimó la leyenda de La Masia en grado superlativo. Un equipo integrado únicamente por futbolistas formados en las categorías inferiores (ocho de ellos eran catalanes) que nunca más se ha repetido. De aquella histórica alineación quedan cuatro jugadores en la plantilla actual: Piqué, Alba, Busquets y Messi. Y solo se les ha unido otro canterano, Sergi Roberto. Es la demostración más clara de la fuga del talento y la pérdida del estilo.

El Barça, aprovechando que la crisis del coronavirus va a complicar muchísimo el mercado de fichajes y traspasos del próximo verano, ha decidido dar un giro a su política apostando nuevamente por la cantera. Más allá de la presencia de Ansu Fati, el club quiere el regreso de Aleñá (cedido al Betis) y el salto definitivo al primer equipo de Riqui Puig

Se trata, sin duda, de recuperar la esencia de aquel Barça que lo ganó todo gracias a la valentía de Pep Guardiola y el malogrado Tito Vilanova. En lugar de gastarse cientos de millones de euros en futbolistas de dudoso rendimiento, mejor dar oportunidades a los chavales de la casa que conocen perfectamente el libro de ruta del Barça. El regreso al pasado acostumbra a ser, en muchas ocasiones, el mejor camino hacia el triunfo.