Paredes, el lateral aguerrido

Formado en la cantera azulgrana, apenas tuvo oportunidades a principios de los 70

Apuntaba alto. Lo tenía prácticamente todo: físico, actitud y una pasión desmesurada por el Barça. La competencia en el carril derecho y los técnicos le cerraron su etapa azulgrana

Una imagen de Paredes con la camiseta del primer equipo azulgrana. Cumplió su sueño de debutar, aunque apenas tuvo oportunidades para demostrar sus condiciones de lateral intenso y comprometido

Una imagen de Paredes con la camiseta del primer equipo azulgrana. Cumplió su sueño de debutar, aunque apenas tuvo oportunidades para demostrar sus condiciones de lateral intenso y comprometido / FCB

David Salinas

David Salinas

Bartolomé Paredes Feliu, a sus 75 años, no abandona su innato optimismo. Siempre con una sonrisa en el rostro y dispuesto a ayudar, como en su etapa deportiva. Su físico delata que fue poderoso en la lucha y la carrera, puro nervio. Corrió la banda derecha del FC Barcelona, seguramente, en una época equivocada. A principios de los setenta a los carrileros se les pedía posición, corte defensivo y juego “poco alegre”. Paredes, que tenía un buen disparo y era lanzador de faltas y penaltis, era de los que oteaba siempre más allá de la línea divisoria. No era de lanzar voleas al aire sin dirección alguna sino de generar acciones ofensivas.

Nació en la barriada barcelonesa de Nou Barris el 26 de febrero de 1947. Fue el primer hijo del matrimonio formado por Marcos (natural de Mazarrón, Murcia) y Ramona (de Vicfred, Lleida). Después llegaron Ramón y Marcos. Empezó jugando en la calle y a los 11 años ingresó en la Peña Manigua. A los 13 llegó al Barça después de realizar una prueba, alentado por un compañero de su padre, el señor Masip, que trabajaba en la entidad barcelonista.

Paredes empezó en el Infantil y su primer entrenador fue Oriol Tort. Siempre destacó por su rapidez, combatividad, resistencia y trabajo. Dio el salto al Juvenil, dirigido por Isidre Flotats (1962-65) y, posteriormente, al Amateur (1965-66, jugando un partido con el Atlètic Catalunya de Joan Miró Comas). Fue capitán de ambos equipos, con los que se proclamó campeón de Catalunya. Con la selección catalana juvenil también fue campeón de España, llegando a la internacionalidad española con el equipo Amateur y sub-23.

Pasó después al Condal (1966-67) de Vicenç Sasot, debutando en Segunda División junto a Àngel Mur, Enric Gensana y Francesc Curta, hijo de Josep, mítico zaguero de los cuarenta y principios de los cincuenta. También jugó con García Castany y Josep Albert, entre muchos otros. Tomó parte en los Juegos del Mediterráneo 1967, logrando la medalla de bronce (España-Turquía, 2-1).

Sin oportunidades

La temporada 1967-68 la empezó en el Condal (seis partidos) y la terminó como jugador del primer equipo azulgrana, pero viendo que Salvador Artigas no le daba ninguna oportunidad, en febrero de 1968 se fue cedido al Racing de Ferrol de Satur Grech, en Segunda. Regresó al Camp Nou, pero todo seguía igual. Volvió a salir en calidad de cedido iniciada la campaña, ahora al Córdoba, dirigido por Ladislao Kubala. Con el equipo andaluz debutó en la máxima categoría del fútbol español en diciembre de 1968, en El Arcángel, contra el Pontevedra (3-1).

Tampoco pudo jugar el siguiente curso de azulgrana. El servicio militar, que cumplió en la Marina, lo mandó a Cartagena, donde jugó en Tercera la temporada 1969-70. Y llegó el momento: curso 1970-71. El sueño hecho realidad. Debutó el 7 de febrero de 1971 en un Espanyol-Barça 0-1 con Vic Buckingham en el banquillo. Mantuvo la titularidad otros tres partidos, pero la feroz competencia ejercida por jugadores como Rifé II, Eladio o Torres lo mandó de nuevo al banquillo.

Siguió de azulgrana el ejercicio 1971-72, aunque apareciendo en contadas ocasiones. En dos años jugó 11 partidos oficiales −el último en mayo de 1972− y saboreó la Copa 1970-71 y la Finalísima de Ferias 1971. Tenía 25 años y lo que quería era jugar. “Tenía que tomar una decisión, y la tomé”, recuerda. Iba a irse cedido al Mallorca, en Segunda, pero pidió la baja y fichó por el Sporting, de Primera. “El Barça se portó muy bien. Me dieron la carta de libertad y, con todo el dolor de mi corazón, cerré la etapa azulgrana”, rememora.

En Asturias firmó dos buenas temporadas con Mariano Moreno en el banquillo. El primer año lo jugó prácticamente todo y se alineó junto a figuras como los hermanos Castro −Jesús y Enrique, Quini−, Churruca o Ciriaco. Paredes regresó al fútbol catalán de la mano del Sabadell de Gustau Biosca, en Segunda. En la Nova Creu Alta coincidió con varios ex del Barça, como Zaldúa, Palau o Franch.

Recta final

Calella (1975-76), Hospitalet (1976-77) y Horta (1977-78, coincidió con su hermano Ramón, extremo izquierdo, también con pasado azulgrana y formó una formidable dupla defensiva con Andreu Rodríguez, Rodri), todos de Tercera, y Gimnástica Iberiana (1979-80, Primera Regional) y La Llana (1980-89, 3ª Regional) fueron sus últimos destinos. Colgadas las botas, Paredes, como en los terrenos de juego, se arremangó y siguió peleando.

Había cursado la carrera de Comercio, especializándose en contabilidad y trabajó en el sector del automóvil y en el sanitario, con los exbarcelonistas Martí Vergés y Sígfrid Gràcia. También trabajó en el mercado de Sant Antoni y en los Laboratorios Merck. Fue celador de la Seguridad Social en el ambulatorio de Sant Cosme y Sant Damià, en El Prat, etapa en la que conoció al entonces pediatra Xavier Trias, hoy otra vez candidato a la alcaldía de Barcelona. Es miembro de la Agrupació de Jugadors del FC Barcelona.