Opinión

Vinicius y el problema de los tres cuerpos

Tener una actitud poco ejemplar en el campo no justifica ni resta importancia a las agresiones racistas en los estadios de fútbol

Carvajal persigue a Vinicius

Carvajal persigue a Vinicius / Efe

A menudo se exige a los futbolistas que abandonen su burbuja y que se impliquen más en los asuntos sociales más candentes. El inigualable Éric Cantona sería un caso de este tipo de futbolista, que en España ha tenido en Héctor Bellerín y Borja Iglesias dos ejemplos recientes. Pero, en general, los futbolistas son reacios a posicionarse, amparándose en que lo suyo es lo que sucede dentro del campo. La actitud distante de los jugadores de la selección masculina ante la crisis abierta en el combinado femenino o, tiempo atrás, la indiferencia cuando no la connivencia con los ultras violentos son dos ejemplos.

De hecho, a veces casi es mejor que no se pronuncien. A Dani Carvajal, lateral derecho del Real Madrid y de la selección, se le preguntó en rueda de prensa si hay racismo en España a cuenta del amistoso entre Brasil y la selección y, se supone, en su condición de compañero de vestuario de Vinicius. "No va por ahí. No creo que España sea un país racista. Yo que vengo de un barrio humilde de Leganés, nunca ha habido ningún problema... (…) Luego están los casos de quienes entran en los estadios a desahogarse, que no deben entrar a los estadios más. Insulta con lo que saben que duele”.

Dani Parejo, mediocentro del Villarreal, dijo a cuenta del tema de Vinicius: “Yo también he ido a campos por ahí y me llaman borracho o cualquier cosa, y no me encaro con la gente ni hago gestos. Eso sobra. (…) En determinados comportamientos, Vinicius se está equivocando”. Ambos jugadores mezclan dos esferas diferentes (los insultos y vejaciones a un jugador y la actitud deportiva o no de este jugador) y olvidan un pequeño detalle: no es lo mismo que te insulten por lo que no eres que por lo que eres, el color de su piel en el caso de Vinicius.

Como si fuera la novela ‘El problema de los tres cuerpos’ de Liu Cixin (ahora una entretenida serie en Netflix) alrededor del planeta Vinicius orbitan tres soles cuyas trayectorias, al interseccionar, generan el caos que rodea al astro brasileño. Por un lado está el racismo. Es obvio que Vinicius, como tantos otros deportistas negros, recibe insultos por el color de su piel. Es así independientemente de su actitud. Y si hay insultos racistas hay racismo. ¿En toda España? Más allá de la opinión de Carvajal, SOS Racismo en sus informes denuncia de forma periódica agresiones racistas, denegación de acceso a prestaciones y servicios públicos y privados, discriminación laboral, aumento del discurso del odio y racismo institucional. ¿Hay racismo en los estadios de fútbol españoles? Sin duda. ¿Qué es si no insultar por el color de la piel?

Este es el segundo astro que orbita alrededor del planeta Vinicius: el ambiente tóxico, violento, agresivo, plagado de expresiones de odio, que rodea el fútbol (sólo hace falta ver la conversación, por llamarla de alguna forma, en las redes sociales) y que se concentra en los estadios no sólo los del fútbol profesional, sino en los campos donde cada fin de semana juegan miles de niños. Vinicius se planta contra quienes lo llaman mono, pero Parejo debería hacer lo propio contra quienes lo llaman borracho y Carvajal contra quienes mientan a su madre, que seguro que lo ha sufrido decenas de veces. Es cierto que los insultos a Vinicius son racismo y es cierto también que en los campos se insulta a todo el mundo. No son dos afirmaciones excluyentes y ninguna de las dos deberían ser aceptables. Tras la tolerancia cero contra la violencia, debería venir la tolerancia cero con las expresiones de odio.

Además de todo ello, la actitud deportiva de Vinicius deja mucho que desear. Provoca a los adversarios, se encara con los árbitros y concentra la ira de la hinchada contraria. No es un compendio de virtudes y hay quien hasta sospecha que abandera el antiracismo para ocultar sus defectos. Aunque fuera así, ¿y qué? No por ello es falso que sufra racismo. Los malos deportistas también lo padecen. Y a Vinicius se le insulta por el color de su piel.

No al racismo, no al odio en los estadios y no a las conductas antideportivas. No es excluyente, son tres conversaciones diferentes.