Xavi, en lo bueno pero sobre todo en lo malo

No tengo duda de que el entrenador y su cuerpo técnico son los indicados para comandar a este Barça. Y lo defenderé incluso si se cae

Nadie consigue ganar de forma permanente; además, el fallo en un equipo provoca la mejora y si se acepta que la derrota llega con los jugadores que eliges y con tu juego, se acabará ganando

Xavi Hernández, entrenador del FC Barcelona

Xavi Hernández, entrenador del FC Barcelona / Valentí Enrich

Robert Moreno

Robert Moreno

En la temporada 2014 tuve la oportunidad de formar parte del cuerpo técnico del FC Barcelona. Duró tres años y todos conocéis los resultados. Entrenar al equipo de la ciudad donde has nacido -en mi caso, justo detrás del Camp Nou-, al equipo del que has sido seguidor desde joven, es uno de los sueños que uno quiere cumplir cuando se dedica al fútbol de forma profesional. Ilusiones, esfuerzo, dedicación, todo adquiere sentido el día que algo así se cumple. Vivir eso es, de por sí, un regalo insuperable, pero en mi caso tenía premio extra.

Más allá́ de los títulos conseguidos, en ese proceso hay algo que no es mesurable de ninguna manera: el aprendizaje de entrenar con los mejores y tener acceso a información que de otra manera no tendrías. En mi caso, el ‘extra bonus’ fue poder disponer de los cuatro años de partidos con Guardiola en forma de grabación con cámara táctica.

La cámara táctica es la visión que utilizamos los entrenadores para analizar los partidos. En televisión se pierde mucha información. Jugadores fuera de campo visual, repeticiones, primeros planos... Lo ideal para analizar a un equipo es ver a todos sus componentes en todo momento. Es algo que aprendí hace unos 25 años cuando empecé a entrenar un poco en serio y me daba cuenta de que no era capaz de analizar todo lo que pasaba en el juego, pero sobre todo, el no poder transmitírselo a los jugadores. Ya se sabe que una imagen vale más que mil palabras.

Por aquel entonces tuve la posibilidad de aprender junto a mi amigo Lluís Lainz. Él era el analista que tuvo Van Gaal en el primer equipo. También aprendí́ que en un partido la visión del entrenador está muy limitada desde el banquillo. Por eso Louis ubicaba a dos compañeros en la grada analizando el partido, además de tener a Lluís tomando nota por la televisión. Se comunicaban por móvil cada quince minutos para actualizar lo que estaba observando cada uno. Frans Hoek llamaba. Un joven Mourinho, junto a Andris Jonker y Lluís Lainz respondían... Y así, el neerlandés, tenía información de calidad desde diferentes visiones y con la calma de la lejanía del césped.

Robert Lewandowski, el goleador del FC Barcelona

Robert Lewandowski, el goleador del FC Barcelona / Valentí Enrich

El rendimiento de los equipos no es constante

Con esos cuatro años de partidos en un disco duro, y con algo de tiempo antes de empezar mi primera temporada, hice un intensivo de análisis. Aprender del mejor siempre ayuda. Entender sus planteamientos, entender sus cambios tácticos, ver el comportamiento de algunos jugadores que todavía seguían en el club... Creo que fue un momento de crecimiento que no se puede pagar de ninguna de las maneras.

Una de las conclusiones a las que llegué, es que en aquellos años hubo partidos excelentes, partidos buenos, partidos regulares y partidos para olvidar. Vi el clásico 4-3-3 tomar muchas variantes. En ese tiempo, el Barça jugó con línea de 5, jugó con un 4-4-2 en rombo, defendió con un 4-4-2 clá́sico... Vi a laterales atacando por dentro, a extremos abiertos y cerrados, interiores con llegada y sin llegada, pero, como el fútbol es impredecible, no siempre todo funcionó como habíamos planeado. Aun así, todos tenemos en nuestra retina aquel equipo que hizo historia en cuanto a títulos, pero sobre todo en juego.

Es imposible ganar siempre

Nadie consigue ganar de forma permanente. Y, además, creo que en el crecimiento de un equipo es bueno tener altibajos en el rendimiento. El fallo provoca la mejora. La victoria permanente lleva a la relajación y, sin duda, evita el cuestionamiento de determinados conceptos.

Además, en el momento que tienes éxito empiezas a perder. Mantener la ilusión previa al éxito es un camino complejo. Por eso creo que hay que estar en un continuo aprendizaje. Analizar tendencias, trabajo, respuestas a la adversidad, resistencia a la frustración... Hay que visualizar cómo te gustaría encarar la derrota y, llegado el momento, actuar con determinación e insistencia, esa actitud te acercará más al objetivo: la victoria.

Elegir cómo perder

Es verdad que los dos últimos partidos no han sido los mejores de la ‘Era Xavi’, pero también es verdad que la evolución del club y del equipo en manos del de Terrassa y Laporta, como máximos responsables, es positiva. Si me centro en el ‘Mister’, y en consecuencia en su cuerpo técnico, no tengo ninguna duda de que son los adecuados para comandar a este Barça... Y lo seguiré defendiendo incluso si se pierden los dos próximos partidos.

Xavi tiene el conocimiento, la capacidad, la historia... En resumen, tiene ese ADN Barça que tanto se echaba en falta. Desde el principio, bajo mi punto de vista, ha sido fiel a su idea. El guardián del estilo, como muchos lo apodaron. Ha sido tácticamente flexible partiendo de una ideología a base del buen trato del balón, pero eso no es garantía de éxito. Tenemos que estar convencidos de que perder no es el fin del mundo, porque nadie gana siempre de forma permanente.

No obstante, no se debe persistir en la forma de buscar la victoria y hacerlo con un líder consistente de su idea acercará al club al objetivo más rápidamente. Simeone, Arteta, Arrasate, Ferguson, Imanol son algunos de los técnicos que han tenido tiempo y un estilo claro que los ha llevado a tener éxito. De ahí, mi alegato a la paciencia y el apoyo mientras no se pierda la esencia que hizo grande al Barcelona.

Las circunstancias no importan

Analizar circunstancias puede sonar, según el caso, a una búsqueda desesperada de excusas, pero al final sabemos que es el resultado lo que marca el devenir de un proyecto. El gran público no se acuerda de cómo se consiguió el objetivo, solo les satisface la victoria. Así las cosas, las circunstancias sí́ importan ya que modifican el entorno del equipo.

Cualquier cambio implica adaptación y como consecuencia, variantes en el rendimiento. En el último partido con el Celta, el equipo ganó por 1-0, pero para muchos no fue suficiente por juego. Ter Stegen fue de nuevo protagonista, suceso que en la actualidad se asemeja a un directo al mentón del bienestar del equipo. Eso es parte del fútbol, los porteros también juegan y también ganan partidos.

Por si fuera poco, a Xavi le toca manejar una plantilla amplia a la que quiere tener motivada y metida durante el máximo tiempo posible. Esto solo se consigue dando minutos a todos los jugadores y hay que aceptar que los cambios en el once titular, las llamadas rotaciones, implican modificaciones sustanciales en el juego.

Ter Stegen, salvador ante el Celta

Ter Stegen, salvador ante el Celta / Javi Ferrándiz

El excapitán no dirige una máquina de hacer fútbol que juegue quien juegue hace lo mismo. Tenemos que entenderlo y aceptarlo. Cualquier variación en el once, aunque sea mínima, implica cambios en el juego del equipo.

“El equipo hace dos semanas volaba y ahora no”, justificó Xavi en rueda de prensa. Esa es su percepción, pero también hace dos semanas tenía todos los jugadores disponibles y no se tenía que ‘inventar’ un lateral derecho ni un central izquierdo. Si solo dependiese de poner la camiseta del Barça a un jugador para obtener resultado, no se tendrían que fichar jugadores. Serían todos de la cantera.

Sin centrarme demasiado en los elementos externos, como los árbitros que toman decisiones que muchas veces perjudican, solo podemos mejorar lo que controlamos. Hay que aceptar que las circunstancias condicionan y que, a veces, te alejan de la victoria, pero de lo que no pueden alejarte es de seguir con la idea que uno cree que le llevará al éxito final.

Son nuestros jugadores y son los mejores

Un jugador de fútbol soporta muchas presiones. Ser futbolista de alto nivel genera un estrés enorme. Ellos lo saben y les toca manejarlo, pero el hecho de saberlo y que toque hacerlo, no quiere decir que lo consigan siempre. No he conocido a ningún futbolista que quiera hacerlo mal o caer derrotado premeditadamente. De hecho, todos quieren participar y hacerlo de la mejor manera. Son egoístas de manera positiva.

La exigencia individual genera rendimiento para el equipo. La competencia interna les obliga a ser mejores... Y al final del camino, el beneficio de todo eso es para el equipo, para el club, para la afición. Por eso hay que aceptar que van a tener altibajos en el rendimiento. Aún así́, hay que defender a los propios. A nivel interno hay que hacer toda la autocrítica que haga falta. Hay que exigir que trabajen para salir de las situaciones de bajo rendimiento que viven, pero siempre al técnico le toca elegir con quién y cómo quiere perder, ya que si se acepta que se puede perder con ellos de una forma concreta, se acabará ganando.