Messi y el último año de Xavi en el Barça

Xavi y Messi, en el Camp Nou

Xavi y Messi, en el Camp Nou / VALENTÍ ENRICH

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Situémonos en el año 2014, el Barça acaba de perder LaLiga tras empatar en el último partido contra el Atlético en el Camp Nou, con un gol anulado a Messi que hoy en día el VAR habría validado y Luis Enrique llegaba al club para iniciar la clásica revolución después de un año sin títulos.

También era año de Mundial, en Brasil, y allí estaba Xavi cerrando la etapa más brillante de la selección. Allí se supo que Xavi, con el beneplácito del nuevo entrenador azulgrana, había llegado a un acuerdo para marchar a Qatar, pero al regresar a Barcelona la negociación se rompió y el jugador anunció que seguiría un año más en el Camp Nou.

Luis Enrique reaccionó con algo así como: "Si te quieres quedar, por mí perfecto. Pero si no te pongo, no me toques las pelotas". No era una frase ingeniosa ni una broma entre excompañeros, era un mensaje en toda regla. Xavi era una leyenda en el vestuario y, por su liderazgo y actitud, podía ser un obstáculo ante los cambios que el entrenador quería imponer.

Xavi no le tocó las pelotas a Luis Enrique. Le entendió y le ayudó. No fue titular indiscutible pero jugó casi todos los partidos y levantó Champions, Liga y Copa. Se marchó por la puerta grande, como merecía.

SIN DUDAS

Nueve años después, Xavi es el entrenador del Barça y Messi, el excompañero y mejor jugador del mundo, el que puede ponerse a sus órdenes. Xavi no fue Messi, pero fue el mejor centrocampista de la historia del Barça y del fútbol español, una figura grandiosa, con un peso específico enorme en el vestuario azulgrana.

O sea, que Xavi sabe de qué iría eso de tener a Messi, con 37 años, en el vestuario. No le dirá "si no te pongo, no me toques las pelotas” porque sabe que no se las tocará. Xavi y Leo son amigos, muy amigos, y ya lo tienen todo hablado. Si Xavi está seguro de que Messi actuará con el mismo compromiso y nobleza que él en su último año de azulgrana, los demás no tenemos porqué dudarlo, entre otras cosas porque le avala la gestión de los casos Piqué y Alba esta misma temporada.