¿Un 'reset' para el proyecto de Xavi?
El técnico de Terrassa aseguró en verano que tenía una espina clavada con la Champions y que para el proyecto había la obligación de llegar lejos y competir en Europa
Joao Cancelo fue la gran solución ofensiva jugando a pierna cambiada y cuajó un auténtico partidazo; Raphinha aportó dinamismo y la marcha más que necesitaba el equipo e Iñaki Peña fue un muro bajo palos
Ganar o ganar. Convencer, sí. Pero sobre todo amarrar ese maldito pase a octavos de final que las dos últimas temporadas había generado un socavón tremendo en la moral del barcelonismo. Porque si hay que marcar un borrón en la temporada pasada de Xavi, ese fue el no ser capaz de meter al equipo en octavos de final. Algo que ensució una Liga inmaculada y con un mérito altísimo.
No esquivó el técnico de Terrassa en verano la cuestión. Había que rendir sí o sí en Europa y quitarse esa espina clavada. Era impensable seguir con el proyecto si el equipo no daba un paso al frente en la máxima competición continental. Se lo debían a la gente, a la supervivencia económica del club. A un escudo ‘mancillado’ los últimos años por una gestión nefasta. Todo eso se quitó de encima el entrenador egarense. Leyenda eterna sobre el césped e intentando labrarse otra desde un banquillo con una presión elevadísima. Llevaba semanas tensas, de un agarrotamiento mental de la plantilla más que evidente. Acercándose al lodo y sacudiéndose críticas de encima como buenamente podía el egarense.
UN PUNTO DE PARTIDA
La victoria de ayer, tan trabajada y sudada como purificante, debe significar un punto de inicio, un ‘reset’. Así lo expresaba el propio Xavi en rueda de prensa, calificándolo casi como una ‘final’. Por encima de todas las cosas, había que dar el paso. Tras dos ediciones besando la lona. De hecho, para encontrar la última vez que el Barça jugó unos octavos de final hay que remontarse al febrero-marzo de 2021. El PSG barrió al cuadro de Koeman (1-4 en la ida) en plena campaña electoral y con un equipo descompuesto.
Es la 30ª vez en la historia de la entidad barcelonista que se consigue alcanzar esta ronda (entre la antigua Copa de Europa y la Champions). “Mentalidad ganadora”, dijo Xavi tras el choque. “Se veía todo muy negro tras el 0-1”. Y tan oscuro: La sensación era de derrotismo. Porque si algo tiene que ganarse este equipo es el crédito y la fe de la grada. Y un buen comienzo fue lo que se vio ayer en una buena segunda parte.
Alguna laguna, sí. Esa fragilidad atrás cuando está todo de cara y controlado (ahí hay que señalar especialmente a Koundé). La influencia de un Lewandowski demasiado desdibujado y frustrado. Pero la energía de Raphinha, de los Joaos (partidazo de Cancelo) y el buen hacer de Frenkie. La aparición divina de un Iñigo casi invisible en el primer tramo. Y un Iñaki Peña que surgió providencial cuando fue llamado a filas en situación crítica.
Brotes verdes a los que agarrarse y un horizonte algo más esperanzador que hacer un par de días. Mucho por mejorar. Empezando por la segunda ‘final’ de la semana el próximo domingo ante el Atlético.
LO MEJOR: JOAO FÉLIX RECUPERA EL OLFATO
El portugués acumulaba 12 partidos sin ver puerta y ayer empezó frustrado con un travesaño. Se redimió con un gol determinante.
LO PEOR: LA VERSIÓN MENOS FIABLE DE KOUNDÉ
El galo perdió una infinidad de balones, muchos de ellos en zona defensiva que pudieron costar muy caros. El peor ayer.
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