El regalo del amigo invisible

El canterano, diana habitual de la crítica del entorno más tóxico, ha esperado su momento con una sonrisa

Lo ha pasado mal durante muchísimo tiempo, pero Xavi le ha recuperado dándole confianza y cariño

Su partidazo ante el Almería supone un premio a la constancia y a la firme decisión de no rendirse

FC Barcelona - Almería: El doblete de Sergi Roberto

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Las redes sociales, ese vertedero de las miserias inconfesables de gente tóxica que va de graciosilla por cuenta ajena, se echaba las manos a la cabeza tras conocer la alineación del Barça ante el Almería. En ella aparecía Sergi Roberto con el dorsal 20 a la espalda y el brazalete de capitán agarrando su brazo.

Los gurús escondidos tras las paredes forradas de pósters de sus habitaciones olieron la sangre y se lanzaron a mofarse del canterano. Llevan años haciéndolo. Llevan demasiados años faltándole el respeto por el simple hecho de no encajar en su siempre fiscalizador ideario futbolístico.

Un túnel oscuro

Sergi Roberto lo ha pasado mal durante mucho tiempo, endureciéndose mentalmente, haciendo caso omiso de sus ‘haters’, aferrándose a su barcelonismo, el que lleva profesando desde que aterrizara con catorce años y siendo cadete en el fútbol base del Barça. Lo ha pasado mal también a nivel físico, a causa de las lesiones. Lo ha pasado mal cuando todo parecía encaminado a su salida del club de su vida. Sergi Roberto lo ha pasado muy mal y, sin embargo, no ha dejado nunca de lucir una sonrisa, de exhibir una cara amable. No se le conoce ni un mal gesto y, en cambio, quienes le conocen, quienes conviven con él a diario son conscientes de todos los malos momentos que ha tenido que superar para no caer en el desánimo. Han sido muchos y prolongados.

Sergi Roberto, celebrando el gol de su compañero Raphinha

Sergi Roberto, celebrando el gol de su compañero Raphinha / Valentí Enrich

Paciencia y Xavi

Condenado al ostracismo, a cobrar como un futbolista del filial y a la crítica eterna, Sergi Roberto era ayer la imagen de la felicidad, del que acaba entendiendo que ha valido la pena. Fue el mejor en el primer tiempo y no tuvo rival en el segundo. Marcó dos goles por primera vez en su carrera y estuvo a punto de hacer el tercero. Sin su exhibición sería imposible entender un triunfo imprescindible para acabar el año con esperanza. Sergi Roberto se había convertido en una especie de amigo invisible que, por fin, antes de Navidad, entregaba su regalo a la afición blaugrana. Un presente en forma de goles y victoria para el que necesitaba la complicidad de quien siempre ha estado a su lado: Xavi Hernández.

El técnico, canterano como él, ha esperado paciente al futbolista y le ha mimado y arropado para que no se rindiera. Siempre buenas palabras, en público y en privado. En la rueda de prensa más cruda desde que llegó al banquillo del Barça, en la que confesó haber hablado con mucha dureza a sus futbolistas, salvó a Sergi Roberto. Quizás acabe volviendo al banquillo, quizás vuelva a hacerse invisible para quienes no quieren ver, pero Sergi Roberto ya les ha ganado.