Tchouaméni, deseo central del Real Madrid

A los blancos, incluido su entrenador, Carlo Ancelotti, le gustaría que el francés se reconvirtiera al eje de la defensa para aportar más empaque a la posición.

Tchouameni da la talla como central

Tchouameni da la talla como central / Valenti Enrich

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Aurélien Tchouaméni es un deseo para el Real Madrid. Cierto: el mediocampista francés ya forma parte de la plantilla merengue. Pero su evolución en algo más de lo que ahora representa es anhelo en buena parte de un club que lo mira con ojos de cambio y futuro. Los mismos que le pone Ancelotti cuando lo alinea en el eje de la defensa como central por urgencia. “Ya veremos cómo le convencemos cuando no sea una urgencia”, llegó a bromear el italiano, sabedor de que las virtudes del francés ofrecen al puesto capacidades que serían un regalo para la retaguardia y el resto del equipo.

Al Real Madrid le gustaría que Tchouaméni se reconvirtiera definitivamente al puesto porque ganaría en una posición delicada, donde Alaba y Rüdiger son fijos, y donde la vuelta de Militao proporcionará argumentos. Sin embargo, Nacho no está en buen momento y el club sabe que necesita más argumentos atrás. El francés podría ser uno que sumar para hacer de la plantilla merengue más imparable. Por de pronto, los blancos siguen siendo los favoritos en las apuestas deportivas de Betfair a ganar LaLiga y segundo a ganar la Champions con una probabilidad implícita del 34,72%.

Reconversión con peros

Ocurre que Tchouaméni no es central. Es pivote. A él le gusta jugar ahí, donde lo ha hecho toda su vida deportiva. Sacando la pelota y acompañando la construcción (y destrucción) madridista. Así que ubicarlo en el eje de la defensa de manera permanente cuenta con un primer problema: el propio Tchouaméni. También tiene otros inconvenientes. El fundamental, la falta de costumbre. Para ejercer de manera esporádica, el francés (24 años recién cumplidos) cumple de sobra. Pero pensando en la posibilidad de que se convierta en su puesto con regularidad, el chaval necesitaría de adaptación para empezar a dejar ciertas modas.

Por ejemplo, le cuesta defender a la espalda y en ciertos balones colgados, es futbolista que no responde con la misma celeridad en las marcas que otros compañeros de profesión acostumbrados (ahí sí) a ejercer en el puesto. Son puntos negros que, con todo, está empezando a corregir, pero que aún se le notan en ciertos momentos de partidos clave. Cuanto más importante es el rival, más al descubierto quedan sus incorreciones como central.

Claro que en el lado positivo, las características de Tchouaméni también ofrecen virtudes que otros centrales no tienen. Su capacidad para tocar la pelota con facilidad en momentos de alta presión o de salir con la pelota conduciendo y rompiendo líneas, lo convierten en un valor positivo para la posición. Ante el Valencia, en la difícil visita a Mestalla, Ancelotti lo escogió como central pese a tener a dos hombres que sí juegan ahí disponibles, como son Rüdiger y Nacho.

Pero con el capitán blanco en horas bajas, el italiano prefirió explotar las virtudes del francés. Salió bien. Su partido en cifras fue positivo: cuatro despejes, una intercepción, dos entradas exitosas, tres duelos ganados, una falta recibida y un 92% de acierto en el pase. En medio de lo problemas defensivos del Real Madrid en la primera parte, él fue de lo poco salvable. La imagen de la lesión fortuita que provocó en Diakaby empañó lo que fue un duelo positivo del francés. Si a ello se le une que luce gran potencial físico y que su juego aéreo es excelente, el resultado son características suficientes para hacer de él un proceso similar al que ya vivieron otros en Concha Espina antes que él.

Los otros Tchouaménis en la historia reciente

Durante los 80 y 90 el Real Madrid ya tuvo otros ‘Tchouaméni’. El primero, por ejemplo, el caso de Manolo Sanchís, defensa central y excapitán legendario de los blancos que cuando emergió desde la Quinta del Buitre, lo hizo como centrocampista y no como un defensa, que fue como acabó levantando la Séptima y la Octava Copa de Europa merengue. Ocurre que con el paso de los años se le fue retrasando la posición para precisamente dotar a la defensa su capacidad de temple y sacar la pelota con calidad. Una virtud que pronto empezó a mostrar y que le llevó a ser central ya poco después de debutar con el primer equipo.

Algo parecido sucedió, solo que en un proceso más lento, con Fernando Hierro, otro mítico jugador del Real Madrid de los 90 e incluso 2000 (él levantó la Novena en 2002) que comenzó su carrera como centrocampista llegador. En su caso, su perfil era muy similar al de Tchouaméni, por talla, despliegue físico y estilo de juego. Hierro, sin embargo, también acabó su carrera de central, aunque lo hizo alternando con la posición de pivote, donde Javier Clemente lo alineaba siempre que podía cuando ejercía en la selección española. Hasta la llegada de Camacho a cargo (1998), Hierro no pasó a ser un central más para el resto de sus días. Perfiles que ahora el Real Madrid recupera en perspectiva de que Tchouaméni puede imitarlos y ser, para el futuro, un central de leyenda con los merengues.

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