¿Por qué no fue posible?

Pep Guardiola, en rueda de prensa

Pep Guardiola, en rueda de prensa / EFE

Jordi Badia

Jordi Badia

Hay dos noticias de esta última semana que pueden leerse en clave FC Barcelona. La primera, la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) sobre el caso de la Superliga contra la UEFA. La segunda, la victoria del Manchester City contra el Fluminense en la final del Mundial de Clubes. Mientras la primera permite observar el futuro con esperanza, la segunda puede provocar nostalgia.

Para el FC Barcelona, la luz verde del TJUE a la Superliga —sea con el formato propuesto por A22 o sea con otro de futuro— constituye una oportunidad, quizás única, de mantener su modelo de propiedad social y su capacidad de competir en un fútbol que, de lo contrario, avanza imparable hacia un espectáculo dominado por los clubes estado y los fondos de inversión con sus agentes convertidos en productos financieros y especulativos.

Josep Guardiola conquistó su cuarto Mundial de Clubes, supera en uno a Carlo Ancelotti y, con 34 títulos en total, es el segundo entrenador más laureado por detrás de Alex Ferguson, que ganó 48. A Xavi le preguntaron en su día si se veía como el Ferguson de Barça. No parecen tiempos para técnicos tan longevos. En la Liga solo existe el caso de Simeone y en la Premier, los del propio Ferguson y el de Wenger aparecen lejanos. Y, sin embargo, viendo a Guardiola junto a Txiki Begiristain y Ferran Soriano en el City, el barcelonismo puede preguntarse: ¿por qué no fue posible?