Opinión

Un fenómeno llamado Luis Enrique

Luis Enrique dirigiendo un entrenamiento en el Paris Saint-Germain

Luis Enrique dirigiendo un entrenamiento en el Paris Saint-Germain / EFE

E n un mundo demasiadas veces tenso, repleto de corsés y de gente con el freno de mano puesto, Luis Enrique es un rara avis por tomarse su profesión como lo que deberían ser la mayoría de las profesiones, como una manera de disfrutar haciendo lo que a uno le gusta.

Luis Enrique ha pasado por todo tipo de situaciones en las que ha estado en el centro del huracán de las críticas hasta ser vilipendiado por su manera de ser o de comportarse. Ocurrió cuando dejó el Madrid y se fue al Barcelona y ocurrió cuando asumió el cargo de seleccionador español llevando a cabo un cambio generacional solo alcance de los más atrevidos.

Luis Enrique ama ciclistas que van a saco para llevarse la victoria final sin tener en cuenta que es una buena estrategia o que van a ser pillados por el pelotón. Así lo explicó en su reaparición en las redes sociales y así se comporta en su día a día como entrenador.

Tiene la capacidad de vivir con máxima naturalidad su naturaleza y de no le apresa de miedo alguno el que dirán o el resultado final de un partido o de un torneo. Con alegría encaja las victorias y con máxima naturalidad encaja las derrotas. Olos palos que le da la vida, que se los ha dado y de gordos. 

Éxito en el PSG

También ha actuado así en el PSG donde tuvo unos inicios complicados, en especial con el anuncio de Mbappé de no querer renovar y el club decidió apartarle del equipo sin poder jugar. Este gesto podía ser el final deportivo de Luis Enrique en el club parisino, pero el resultado ha sido sensacional para sus intereses pues tiene a la estrella gala de su parte independientemente si le hace jugar o no.

Luis Enrique sabe tratar a las estrellas. Cierto que tuvo un enfrentamiento con Messi. Sin embargo, al final ambos congeniaron a la perfección y Leo le nombra como uno de los mejores entrenadores que ha tenido.

Es la ventaja de ir de cara y no decir medias verdades. Te das trompazos en alguna puerta, pero al final se acaban abriendo. Y si alguna no se abre, pues que se quede sin abrir. A él le da igual. No es un quedabien y el fútbol lo agradece por ser fresco, por ser sincero y porque es un fenómeno en el banquillo y lejos de ellos.