ELECCIONES EN CATALUÑA

La difícil gobernabilidad en Cataluña obliga a Sánchez a más equilibrios para estabilizar la legislatura

El necesario apoyo de los independentistas a las cuentas públicas no está garantizado

Un hipotético entendimiento del PSC con ERC alejaría a Junts de Pedro Sánchez y viceversa

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una reunión con la portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras, en el marco de la ronda de investidura.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una reunión con la portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras, en el marco de la ronda de investidura. / DAVID CASTRO

Los socialistas han cumplido con creces sus expectativas en las elecciones catalanas al ganar el PSC con una amplia ventaja y romper la hegemonía del bloqueo independentista, lejos de la mayoría absoluta por primera vez en democracia. Pedro Sánchez apostó todo a Salvador Illa para pasar página del ‘procés’ y buscar el aval en las urnas a su estrategia de desjudicialización iniciada con los indultos y que continuó con la cuestionada ley de amnistía como apuesta de máximo riesgo. Sin embargo, nada garantiza que se evite un bloqueo en Cataluña y, mucho menos, la gobernabilidad en Madrid, pese a verse impulsados los socialistas y legitimados en su hoja de ruta. La legislatura queda ahora pendiente del riesgo de bloqueo a Salvador Illa y la revisión de relaciones con Junts y ERC.

La aritmética para una investidura de izquierdas suma, con ERC y Comuns, aunque Pere Aragonès ya anunció anoche que su formación estará en la oposición y dejó en manos de PSC y Junts la gestión de esta “nueva etapa”. Carles Puigdemont, por su parte, no renunció a formar gobierno, aunque el bloque independentista, con Aliança Catalana, se queda a siete escaños de la mayoría. Su principal arma de presión sigue siendo la capacidad de los siete diputados de Junts para hacer descarrilar la legislatura de Sánchez.

La paradoja de la arrolladora victoria del PSC es que el golpe a las formaciones independentistas aliadas en la investidura e imprescindibles para garantizar la gobernabilidad, principalmente ERC al desplomarse 13 escaños, podría añadir más inestabilidad a la legislatura. A la espera de si revisan su estrategia de alianzas en Madrid. Esto es, si el apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez se mantiene, optando por el pragmatismo pese a perder poder institucional en Cataluña, y a qué precio, o si se opta por un distanciamiento mayor recuperando posiciones más rupturistas.

El Gobierno prorrogó las cuentas públicas por la imposibilidad de pactarlos con ERC y Junts en periodo electoral y su objetivo pasaba por comenzar a trabajar en los del próximo año después de las europeas del 9 de junio. Sin Presupuestos, la legislatura de Pedro Sánchez entraría en barrena y su aprobación ni queda resuelta ni parece más fácil después de este domingo. Al menos a corto plazo. Un hipotético entendimiento del PSC con ERC alejaría a Junts de Pedro Sánchez y viceversa. En Ferraz insisten en la autonomía del PSC para decidir sobre su política de pactos, sin mirar a los posibles efectos secundarios en la ya de por sí débil mayoría parlamentaria de Pedro Sánchez.

En la cúpula de Ferraz entienden que ni ERC ni Junts tienen incentivos para dejar caer al Ejecutivo de coalición. Menos a través de una moción de censura de la mano de la derecha y la ultraderecha. Con todo, sí dudan sobre el precio de sus acuerdos a partir de ahora, y confían en que lean el viraje de la sociedad catalana para acompañar ellos mismos con sus políticas este proceso sin desentenderse de la nueva realidad electoral.

Si los republicanos facilitasen una investidura de Illa, aun a través de su abstención, el PSC podría presidir la Generalitat, pero dejaría a Junts con todo el espacio de la confrontación desde el independentismo. La polarización y las posiciones negociadoras más duras han compensado a los posconvergentes, por lo que podrían redundar en esta estrategia.

Durante la precampaña, los socialistas ya acotaron el margen para pactar tras las catalanas, al cerrar la puerta a los dos asuntos mollares incluidos en los acuerdos de investidura que se preveían abordar tras la aprobación de la amnistía. Esto es, la financiación y el “reconocimiento nacional” (según el acuerdo con Junts) o el “futuro político de Cataluña” que pueda ser “refrendado por el pueblo catalán” (según el acuerdo con ERC). Tras los resultados de las catalanas, volvían a poner el foco en servicios públicos, salarios y empleo, "las cosas que importan en el día a día de los catalanes", como sinónimo de "pasar página y abrir un tiempo nuevo con Salvador Illa".

La determinación del todavía president al situarse en la oposición y desentenderse de una negociación con Illa, tampoco hace presagiar que vayan a suavizar sus posiciones hace un mayor pragmatismo. Máxime, si prosperase una improbable entente entre PSC y Junts.

Nuevo juego de equilibrios

El escenario de un bloqueo en Cataluña y una repetición electoral alargaría la pausa en la que quedó la legislatura tras prorrogarse los presupuestos. La iniciativa legislativa seguiría reducida al mínimo a la espera de nuevos comicios y las cuentas públicas en espera. De este modo se pondría en riesgo no solo el plan normativo del Gobierno, sino la aprobación de las reformas pendientes del plan de recuperación del que dependen los siguientes desembolsos de fondos europeos.

Los socialistas esperan evitar el escenario de la repetición electoral, poniendo fin a la pausa en la que está sumida la legislatura. Según sus cálculos, no suele haber mucho movimiento de voto si los ciudadanos vuelven a ser llamados a las urnas y, en todo caso, se repetiría el mensaje de que se quiere "pasar página".

"El pueblo catalán ha hablado alto y claro y ha decidido abrir un tiempo nuevo", subrayaba anoche la portavoz del PSOE, Esther Peña, en línea con el "Cataluña abre una nueva etapa" de Salvador Illa. Los vasos comunicantes de la gobernabilidad en Cataluña y Madrid obligarán a Sánchez a intensificar su juego de equilibrios.