Se trata de competir bien, señores, competir

Dembélé en el Intercity - Barça de Copa

Dembélé en el Intercity - Barça de Copa / David Ramírez

Toni Frieros

Toni Frieros

Empezaré por detrás. Imagínense ustedes que a Xavi Hernández le quitan a Lewandowski y a Dembelé antes de empezar la temporada. Y que en lugar de Koundé le dan a Mingueza. Y en vez de tener a Ferran Torres de segunda opción, ha de apostar por Braithwaite o Abde. Solo por poner unos ejemplos.

Con esa realidad tuvo que luchar Ronald Koeman, que se quedó sin Leo Messi y Griezmann, sacándose de la manga un recurso que al final ha sido mano de santo: tirar de Pedri, Araujo, Fati y Gavi. Los niños.

Tirando de imaginación y de palancas, Joan Laporta, Jordi Cruyff y Mateu Alemany, siguiendo las indicaciones y gustos de Xavi, le han dado la vuelta a la plantilla como un calcetín. Le han traído, entre otros muchos, al Bota de Oro de Europa, a uno de los mejores defensas de España y a una de las grandes realidades del fútbol brasileño. 

Se trataba de hacer una plantilla competitiva, donde todos las demarcaciones estuvieran dobladas. Un equipo reconocible por su fútbol y fiable, capaz de devolver a sus socios y aficionados la ilusión perdida después de aquella humillación ante el Bayern y de haber ganado un solo título (la Copa del Rey) en tres temporadas.

A fuer de ser sinceros debemos reconocer que este Barça de Xavi nos ha hecho disfrutar con su fútbol tanto como disgustos inesperados nos ha dado. Grandes partidos, magnífico fútbol... y grandes decepciones. No acaba de encontrar esa regularidad que deben tener los grandes equipos europeos. Y ahí está el ‘qué’, el ‘pero’.

Partidos como los jugados ante el Espanyol o el Intercity no ayudan en absoluto a tener una fe ciega en el equipo. Un Barça que esta temporada va como un tiro en la Liga, si bien no ha podido con los grandes, sobre todo en Champions League.

A ver cómo le va mañana en el Metropolitano ante un Atlético de Madrid venido a menos. Otro examen que medirá el nivel de una plantilla que no tiene otro camino que ganar títulos a la vez que debe cabalgar a lomos de la excelencia. Lo ha dicho Xavi hasta la saciedad: en el Barça no vale el empate, no sirve con jugar solo bien, no se acepta ser segundo. El nivel de exigencia debe ser el máximo y esta temporada ya se ha tirado por la borda un título: la Champions League.

Todavía queda mucho por ganar, es verdad, pero más tardes como la del Espanyol o noches como la del Intercity y este proyecto de Xavi peligrará. Cuando se han hecho tantos esfuerzos para hacer una plantilla competitiva, perder, más que nunca, tendrá consecuencias. Así que, señores, compitan bien, que se trata de eso: tomarse cada partido como si fuera el último.