No toca ni alabar ni crucificar a Laporta

Laporta y la directiva no presentarán una queja formal a la UEFA

Laporta y la directiva no presentarán una queja formal a la UEFA / EFE

Joan Vehils

Joan Vehils

Tenía dos opciones el presidente Joan Laporta cuando aterrizó de nuevo como presidente del Barça. La primera opción, la conservadora, era mirar hacia la cantera y esperar que surgiera una nueva generación talentosa y a partir de aquí, con Xavi, reconstruir y formar un equipo competitivo.

Era una opción conservadora que podría dar sus frutos a medio o largo plazo, pero que, al menos, no ponía más en peligro la maltrecha situación económica del club. Sin embargo, Laporta, fiel a su manera de ser, prefirió activar la segunda opción: o sea, la atrevida y arriesgada.

Esta vez no escuchó a nadie. Ni tan siquiera se dejó adoctrinar por las afirmaciones de Pep Guardiola que parecía más partidario de ir por la vía más moderada. Así que Laporta prefirió arriesgar y actuar compulsivamente, como es él, y decidió construir un equipo competitivo de la noche a la mañana a base de comprar cromos.

Vendió activos y activó palancas sabiendo que si fracasa el proyecto deportivo todo puede saltar por los aires. Vista la ilusión, que al menos hasta el pasado miércoles despertaba el equipo, podríamos decir que la decisión de Laporta fue la acertada.

Lewandoski le ha salido mejor de lo que nadie podía esperar; Kounde, lesión al margen, ilusiona tanto como un goleador; Raphinha, también hasta el miércoles, parecía más un descubrimiento de Monchi que un fichaje del Barça e incluso el propio Dembéle, hasta el miércoles, claro, era de nuevo un futbolista capaz de volver loco a cualquier defensa. Sin embargo, como esto del fútbol siempre depende de la pelota, el miércoles también del árbitro, ahora solo queda que rezar para evitar quedar fuera de la Champions.

De lo contrario, el enfermo puede volver a la UCI con todos los riesgos que eso comportaría. Así que toca esperar. Si en algo tenía razón el presidente Josep Lluís Núñez es que las notas se ponen a final de temporada. En esto del fútbol lo que hoy es desilusión en una semana puede ser un desbordante optimismo.

Por tanto, al margen de la ilusión generada, al menos hasta el miércoles, todavía no toca ni alabar ni crucificar a Laporta. Es más, incluso podrían dar por suspendida la Asamblea telemática de mañana donde no tengan ninguna duda que habrá una escasa participación y se aprobará sin más la liquidación del ejercicio económico de la temporada 21/21, el presupuesto de la actual temporada y así todos los puntos del orden del día.

Pues eso, que Laporta lo ha activado todo para que los resultados deportivos lleguen esta misma temporada. Nos lo pone fácil. Hoy no tiene ningún sentido felicitarle, pero tampoco crucificarle. Tiempo habrá para aplaudirle o para pedirle responsabilidades. Eso sí, sería bueno que la afición siga confiando en Xavi y en el equipo. No sea que algún día se acaben las palancas.