Lo mejor de Aleñá no es su zurda
Rodolf Borrell, ayudante hoy de Guardiola en el Manchester City y durante más de una década técnico en La Masia, decía de Cesc Fàbregas que su mejor virtud era la incapacidad para sentir presión en ningún escenario. Jugaba igual ante diez que ante cien mil personas.
Aleñá comparte ese don con el de Arenys de Mar (será cosa del Maresme), como demostró ante el Villarreal. Pero lo mejor de ese partido no fue su definición ni la complicidad innata con Messi que solo puede darse entre dos canteranos que han crecido empapándose durante años de la misma idea, ya incrustada en sus cerebros y puesta en marcha de forma inconsciente, sin pensar antes de ejecutar. Lo mejor de Aleñá no es es esa zurda privilegiada ni todas sus enormes virtudes como futbolista, sino la naturalidad, seguridad y determinación con la que atendió después a la prensa, mostrando una personalidad poco común a los 20 años e imprescindible para hacer carrera en el Barça.
Aleñá habla como un veterano y esa capacidad comunicativa, que ni siquiera leyendas como Messi o Iniesta tuvieron en sus inicios, muestra una madurez que le permitirá tomar siempre la mejor decisión. Dentro y fuera del campo.
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