Aleñá y La Masia piden a gritos más protagonismo

Primer golazo de Aleñá en la Liga con el Barça

Primer golazo de Aleñá en la Liga con el Barça / AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça hizo sus deberes, pero con desgana, como si le sobrara el partido después de asegurar el primer gol.  El equipo de Valverde cometió otra vez el pecado de dar el partido por ganado tras adelantarse en el marcador, y entró en una especie de letargo controlado, en el que practicó un ejercicio descarado de dosificación. Durante muchos minutos, el Barça vivió de la frescura y la exuberancia de Dembélé, ayer el más explosivo de todos, dispuesto a derrochar toda la energía que la mayoría reserva.

Esta vez, el francés no hizo ningún gol, pero desbordó constantemente, y no se guardó nada para la recámara: el Camp Nou, que otras veces le había mostrado sus reticencias, esta vez se lo reconoció con grandes aplausos. Zanjado aparentemente el caso Dembélé, en el horizonte se otea otro caso mucho más silencioso pero quizás más inquietante: Coutinho sigue en un perfil plano e irrelevante, y su participación en el juego está en los niveles más bajos desde su llegada al club. Se sigue esperando su paso adelante y definitivo, pero de momento es eso, una espera estéril, en la que no aporta ningún valor diferencial. El brasileño debe empezar a despertar ya si es que quiere dar la razón a los que le auguraban un rol capital en el futuro de este equipo.

Lo cierto es que no solo Coutinho está por debajo de su nivel. El grueso del equipo deambula ahora mismo por una peligrosa zona de nadie, en la que se vislumbra un cansancio manifiesto de piezas clave. Porque a pesar de las lesiones, Valverde sigue exprimiendo todo lo que puede los titulares que le quedan, y jugadores como Busquets, Rakitic o Jordi Alba muestran síntomas de agotamiento preocupantes a estas alturas de la temporada. Es urgente que descansen jugadores que en la recta decisiva están destinados a ser imprescindibles, y su lugar, como se demostró ayer, puede llenarse tranquilamente con el talento de la cantera. Ayer Valverde acertó con la entrada de Aleñá, un futbolista que nunca falla, y que marcó un gol de estilista tras un pase de orfebrería de Messi.

Una vez más, Aleñá mostró inteligencia, naturalidad y ‘ADN Barça’ en su juego: no es nada casual que Messi combinara con él en la jugada del gol, que se trenzó casi como un automatismo, el que surge de dos jugadores programados con el mismo ‘software’, que a pesar de haber jugado poco más de una decena de minutos juntos, son en cambio capaces de producir una jugada sutil como la del segundo gol. A veces todo es mucho más fácil, y Valverde debería tenerlo en cuenta. Aleñá, y por extensión La Masia, merecen mucho más protagonismo. Lo agradecerá el equipo, la afición y también las cuentas del club.