Opinión

Una final para recuperar la ilusión de los culés

Xavi Hernández, durante la semifinal de la Supercopa ante Osasuna

Xavi Hernández, durante la semifinal de la Supercopa ante Osasuna / Valentí Enrich

No fue un partido para recordar, pero el Barça jugará la final contra el Madrid y tendrá la oportunidad de demostrar que es mejor equipo de lo que parece. El Barça tuvo la posesión del balón, pero eso no fue sinónimo de buen juego o de divertimento. Todo lo contrario. Hasta que no llegó el gol de Lewandowsky, a los diez minutos de la segunda parte, el encuentro fue aburrido de solemnidad. Un par de ocasiones para cada equipo y poco más.

No obstante, hay algunos brotes verdes que pueden llevar al Barça a un moderado optimismo. El primero es que Pedri regresó tras la lesión. A este equipo le falta la chispa de Pedri y la garra de Gavi. De momento, el primero parece estar listo para la final. El segundo punto al que pueden agarrarse los más optimistas es que 'Lewy' volvió a marcar. El nueve del Barça sigue muy alejado de aquel goleador admirado del Bayern, pero el primer gol que del Barça en la semifinal debe ayudarle a recuperar la moral perdida.

Dicho esto, los de Xavi, deberán mejorar mucho si quieren plantarle cara al Madrid. Los futbolistas de Ancelotti tienen muy clara su función en el terreno de juego, mientras que los azulgranas siguen transmitiendo inseguridades y poca confianza. Marcó Lamine Yamal el segundo gol, pero minutos antes los azulgranas pudieron encajar el empate ante un débil Osasuna.

De cualquier manera, los de Xavi ya están en la final y eso les brinda una oportunidad única para conquistar un nuevo título y, encima, ganando a su máximo rival. Y no solo eso. Un clásico es un clásico y el que pierde siempre sale tocado. El año pasado la Supercopa de Arabia marcó un antes y un después en el equipo de Xavi. En esta ocasión debería servir para lo mismo. A priori, el Madrid parece el claro favorito, pero en esto del fútbol todo puede pasar. Sin duda, ganar sería una alegría para los culés, una inyección de moral para el equipo y un respiro para Xavi.

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