Echeverri como mal síntoma

El 'Diablito' Echeverri, fotografiándose junto a su ídolo, Leo Messi

El 'Diablito' Echeverri, fotografiándose junto a su ídolo, Leo Messi / @RiverPlate

Joaquim Piera

Joaquim Piera

El Barça no está en condiciones de competir de tú a tú con el Manchester City, ni dentro del campo (donde hay un abismo táctico, físico y de profundidad de plantilla entre el equipo de Guardiola y el de Xavi), ni financieramente, ni en gobernanza corporativa (en este último aspecto no sirve escudarse en que uno es un club Estado y el otro no).

Sin embargo, el Barça no puede renunciar a plantar cara y ganar alguna batalla estratégica al que es, sin discusión, el mejor equipo y club de Europa y del mundo

Y, en estas últimas semanas, se ha abierto un nuevo frente entre los dos clubes que abrazan el cruyffismo con la eclosión del ‘Diablito’ Echeverri, este ‘10’ del River Plate que fue la gran sensación del Mundial Sub-17, de Indonesia, donde brilló con la camiseta de la Albiceleste (marcó 5 goles, con un ‘hat-trick’ incluido contra Brasil y dio una asistencia).

No es el nuevo Messi, porque Leo es irrepetible, pero sí que va para figura mundial. El 2 de enero cumplirá la mayoría de edad, tiene contrato hasta diciembre de 2024 con los Millonarios y ya ha dicho que no piensa renovar, por lo que su cláusula de 25 millones (llega hasta 30 en los días finales de las ventanas de fichajes) pierde cualquier poder de intimidación.

El City, que cuenta con Joan Patsy como mentor de las operaciones en Argentina, ha tomado ventaja. Dicen desde Buenos Aires que prepara una oferta con los mismos moldes de la que presentó en su día por el ex River Julián Álvarez.

El Barça, por su parte, no ha entrado en la puja con la determinación que lo tendría que hacer. Y aquí no sirve la excusa que se está maniatado por el Fair Play Financiero, porque fórmulas para atar al ‘10’ existen, incluso para bloquearlo y esperar un año para que llegue gratis.

Es más, hace un par de semanas, el River estaba dispuesto a vender a su ‘joya’ por 10 millones de euros, algo que era de conocimiento general para todos aquellos profesionales que trabajan con el mercado argentino. 

La falta de hambre, de voracidad, de garra del Barça cuesta de entender, porque la única oportunidad real de hacerse con el jugador (que hay que insistir que va para crack) a un precio adecuado a la realidad financiero-económica del club es en estos momentos. Es un ahora o nunca, porque si Echeverri firma por el City, que es quién lleva la delantera, o incluso con el Chelsea, las posibilidades blaugranas de contratarlo en el próximo lustro tienden a cero.

No convence el discurso de que el equipo necesita otro perfil de jugador, como se ha publicado para defender supuestamente a Xavi. El cortoplacismo solo extenderá la inestabilidad que se ha instaurado en el Barcelona. Esta operación entra en la categoría de fichaje de club. Y, por lo visto, se está renunciando a una oportunidad de mercado única.