El desproporcionado ego de CR7

Cristiano Ronaldo aspira a su quinto Balón de Oro

Cristiano Ronaldo aspira a su quinto Balón de Oro / EFE

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Vale, sí, de acuerdo, deberíamos analizar, primero, quién lo dice, recordar de dónde viene, cómo fue su infancia, la dureza de su juventud, el esfuerzo descomunal que cuentan tuvo que hacer para salir adelante, triunfar, lo mucho que le gusta la fama, la gloria, la pose, su imagen y, sobre todo, lo necesitado que está de que le digan que es el mejor, que no hay otro como él (ni lo habrá), que es el más grande, que es único.

Venga, vale, compro. Pero lo que ha dicho es ofensivo, no tiene sentido y, sobre todo, no es verdad. Y como no es verdad, no debería decirlo. “Je suis le meilleur joueur de l’histoire”. Podía haber dicho, qué se yo, algo así como el mejor “buteur”, goleador, que tampoco hubiese hecho justicia a la historia del fútbol. Pero no, Cristiano Ronaldo, vestido de gala, de smoking, ha tenido el valor, el atrevimiento, la valentía de salir en la portada de ‘France Football’, que le premió con su quinto Balón de Oro (los mismos que tiene Leo Messi ¡ese sí es grande!), diciendo que no ha habido en la historia un futbolista mejor que él.

Es evidente que buena parte de culpa de todo lo que le pasa a CR7, sobre todo con su desproporcionado, insólito y dañino ego (especialmente para él, aunque él -y los suyos- piensen lo contrario), es de Florentino Pérez que, no solo lo considera el mejor de la historia, sino que lo coloca a la altura del mítico Alfredo Di Stéfano, que, él sí, tiene un sitio reservado en la cima de esa pirámide en la que están, no lo duden, muchos futbolistas mejores que el portugués.

Porque, insisto, estamos hablando de un “joueur” y no de un “buteur”. Una cosa es ser un futbolista prodigioso, hacer jugar y otra, muy distinta, tal vez tan o más brillante y eficaz, pero distinta, meter goles. Cristiano Ronaldo es un goleador. Y punto. Cosa más que extraordinaria. Puede, desde luego, que el Cristiano de hace dos o tres años fuese algo más, pues entonces se escapaba de rivales, jugaba más que el actual rematador.

Sin mencionar a Messi, que, en la actualidad, es el futbolista (no solo goleador) que todo el mundo tiene en su cabeza a la hora de pensar en un hipotético ‘mejor de mejores’, a uno le vienen a la memoria nombres como ‘O Rei’ Pelé, Johan Cruyff, Franz Beckenbauer, la ‘Saeta Rubia’, Diego Armando Maradona, Ferenc Puskas, Michel Platini, Manuel Francisco dos Santos ‘Garrincha’, Eusebio y Bobby Charlton, por ejemplo, como miembros, líderes, ‘dioses’, de esa lista en la que, vale, sí, colocaríamos a CR7, pero nunca, jamás, como el más grande, como “le meilleur joueur de l’histoire”. No, no y no.

Porque hasta el mismísimo ‘ser superior’ del Real Madrid debería haber medido sus palabras cuando, ya hace mucho tiempo, señaló a CR7 como el nuevo Di Stéfano. Porque, especialmente Florentino Pérez, que no solo es un amante del fútbol sino un loco, un apasionado, un auténtico enfermo (en el majestuoso y buen sentido del término) del Real Madrid y su historia, sabe lo que fue y representó, no solo lo que jugó, goleó y conquistó para el club blanco, sino lo que la ‘Saeta Rubia’ hizo por el Real Madrid que fue, desde luego, muchísimo más de lo que está haciendo CR7, que, simplemente, se limita a meter goles y acumular victorias (para él, solo para él) que significan títulos para la entidad.

Es muy posible, ¡vaya que sí!, que ese inmenso ego que muestra CR7 (hasta el extremo de hacerle borrar a su hijo el tuit con el que saludaba a Leo Messi y le calificaba como “mi ídolo”, posteriormente a publicarlo en el estreno del Instagram del pequeño) haya hecho mucho más daño al Real Madrid de lo que él mismo piensa y ‘Flo’ supone. Cierto, muchos simplemente vinculamos esa chulería desproporcionada, sin sentido, es más, innecesaria a todas luces, a la personalidad del futbolista portugués y punto, pero los habrá que piensen que esa altivez es fruto de vestir la camiseta blanca y, sobre todo, del peso de la historia que arrastra sobre sus espaldas el heredero de Di Stéfano, cuya sola presencia, sin hablar, ya representaba la grandeza del club. Y, pese a que él podía haberlo dicho (tenía más derecho que nadie a pensarlo), jamás osó decir que era el mejor futbolista de la historia.

Insisto, es Cristiano, el hombre que quiere tener tantos hijos, siete, como el nº de su dorsal. Suficiente. El futbolista que verbaliza aquello que le gustaría proclamasen los demás. Pero lo malo es que existe Messi. Y Pelé. Y Cruyff, Y Beckenbauer, Y Maradona. Y Di Stéfano. Y Eusebio…