María Pérez o la forja de una atleta indomable

La granadina ha hecho historia en los Mundiales con sendos oros en 20 y 35 km marcha (lesionada)

Atrás han quedado los problemas del año pasado con dos descalificaciones y su resistencia a los cambios

María Pérez, una campeona de raza

María Pérez, una campeona de raza / EFE

David Rubio

María Pérez lo ha vuelto a hacer. Cuatro días después de conquistar el oro en los 20 kilómetros marcha, la granadina se ha colgado este jueves una nueva presea dorada en los 35 km marcha de los Mundiales de Budapest pese a arrastrar una lesión muscular en su pierna izquierda desde la prueba del domingo.

Aunque ella es la gran protagonista, se trata de un éxito con muchos padres y uno de los principales es sin duda Jacinto Garzón. Entrenador, consejero y gran confesor de la bicampeona mundial, el también andaluz ha tenido que hilar muy fino para convencer a su atleta de que era necesario cambiar.

Y no ha sido nada fácil, porque María es todo carácter. Con apenas 1,55 de estatura, logró su primer éxito internacional en 2015 con un bronce en la Copa Europea Junior y después fue plata en 2016 en los Iberoamericanos de Río y en 2017 en el Europeo sub'23 para dar la primera gran campanada con su oro en los Europeos absolutos de Berlín'18.

Todo iba a la perfección y llegó con aspiraciones a los Mundiales de Doha, pero no fue la cita de la marcha española y acabó octava en 20 km (eso sí, primera Europea). En 2021 terminó cuarta en los Juegos de Tokio y 2022 parecía ser su año, pero en menos de un mes fue descalificada primero en los Mundiales de Eugene y después en los Europeos de Múnich. A ello se unió la grave enfermedad de su pareja que incluso precipitó su boda en 2021 y de la que por suerte ha salido adelante. Demasiados golpes en todos los ámbitos de la vida.

María Pérez, con su entrenador y mentor Jacinto Garzón

María Pérez, con su entrenador y mentor Jacinto Garzón / RFEA

Esos problemas técnicos desencadenaron una tormenta en el entorno de María Pérez, quien se resistía a admitir que había un problema. "Yo marcho así y si los jueces no lo quieren ver no es mi problema", llegó a decir en una especie de caza de brujas. Jacinto Garzón fue haciendo un trabajo de hormiguita hasta que la de Orca entendió que había un problema. Después llegó otro arreón hasta que consiguió que se pusiesen manos a la obra.

A la doble campeona mundial le costaba asimilar que estaba haciendo algo mal o, a lo sumo, algo que no gustaba a los jueces. Ella, que había sido campeona europea. De todas formas, una vez que lo entendió se puso a trabajar sin mirar atrás. Lo que haya que hacer. Y así ha sido. Del marchar militaresco de 2022 con gestos bruscos y un braceo que no gustaba a los jueces, ha logrado suavizar la técnica y ahora echa el cuerpo ligeramente hacia adelante y sus movimientos con más acompasados. Meses y meses de trabajo perdida con su entrenador por las carreteras de Guadix.

El resultado ya se vio en la Copa del Mundo de Podebrady sobre todo ahora en Budapest con sendas victorias en 20 y en 35 km marcha sin recibir ni un solo aviso, igualando el hito de la peruana Kimberly García León en Eugene'22. Y en este proceso ha sido clave el binomio María Pérez-Jacinto Garzón, pero no hay que olvidar a Chuso García Bragado, a José Antonio Carrillo, a Luis Saladíe, a la Universidad de Granada o a los recuperadores de la selección con Miquel Àngel Cos a la cabeza.

María Pérez se exhibió en los 35 km marcha pese a estar 'tocada'

María Pérez se exhibió en los 35 km marcha pese a estar 'tocada' / EFE

De hecho, al día siguiente de ganar en 20 km y ante la inflamación de la zona afectada en la pierna izquierda, parecía un hecho no podría salir en el 35. Sin embargo, María se puso de inmediato en manos de los recuperadores y, lo más importante, "he seguido paso a paso lo que me han dicho. Los dos primeros días no me moví del hotel", comentó con una sonrisa pícara.

El martes caminó varios centenares de metros. El miércoles cubrió casi seis kilómetros y estaba decidida a salir. Se veía con opciones de volver a ganar. Es su pasión. Pelear y ganar. Así ha sido desde niña. El pacto era que si le dolía o se sentía limitada abandonaría la prueba. Lejos de ello, ganó con una autoridad aplastante. Tanto ama ganar que ha sido capaz de dar su brazo a torcer. ¡Grande! Se merece esto y más.