Historia SPORT

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El drama de los históricos brasileños y el purgatorio en la Serie B

Hay una escabechina inédita: hasta seis campeones brasileños jugarán la Serie B, entre ellos Gremio, Cruzeiro y Vasco

La clase madia está mejor estructurada deportiva y financieramente y ocupa el espacio de las entidades tradicionales

El Gremio hizo una temporada nefasta y jugará la Serie B en 2022

El Gremio hizo una temporada nefasta y jugará la Serie B en 2022 / Lucas Uebel

Joaquim Piera

Joaquim Piera

Cruzeiro, Vasco da Gama, Gremio, Bahía, Sport Recife y Guaraní. Nunca la Serie B reunió a tantos campeones del Brasileirao. La edición de 2022 contabilizará 14 títulos nacionales de estos clubes históricos y escenifica las dificultades que enfrentan  simplemente para mantenerse allí donde siempre estuvieron. Es una escabechina sin precedentes en un nuevo orden de fuerzas.

Y la tendencia vino para quedarse, porque solo cuatro de ellos (sin contar que algún ‘pequeño’ se puede colar) conseguirán el ascenso. Bajar y subir a la primera no están sencillo. Lo acabó de hacer el Botafogo, pero el Cruzeiro pagará su tercer año de penitencia en la categoría de plata y el Vasco da Gama ya va por el segundo. El reducción de ingresos iguala a todos.

La multirreincidencia de descensos entre los históricos es una tónica: el Vasco es el campeón con cuatro (2008, 2013, 2015 y 2020); ahora, con tres, le siguen el Gremio (1991, 2004 y 2021) y el Botafogo (2002, 2014, y 2002) y con dos está el Palmeiras (2002 y 2012).

La frase “time grande não cai” (equipo grande no cae) dejó de ser una máxima, para transformarse en combustible de provocaciones y memes fabricados de los torcedores del Santos, el Flamengo y el Sao Paulo, los tres únicos históricos que no transitaron por la B, el Tricolor paulista, sin embargo, por poco no se mete en un lío.

EL TRAUMA DEL GREMIO

Lo del Gremio de esta última temporada rompe el común denominador que explica la fragilidad de los grandes: nefasta planificación deportiva combinada con gravísimos problemas financieros, que se materializan en atrasos de salarios constantes. El Inmoral, en cambio, estructurado económicamente, pagó bien y al día todo el curso y contaba con una plantilla competitiva, en la que Douglas Costa era la guinda del pastel para optar a los títulos. Su vergonzoso KO, por mucho que ya fuera esperado porque estuvo prácticamente todo el campeonato en zona de descenso, no deja de ser traumático y ha sacudido todo el fútbol brasileño.

La nueva élite la conforman At. Mineiro (con su doblete de Liga y Copa), Palmeiras (dos veces seguidas campeón de la Libertadores), ambos con sus respectivos mecenas, y Flamengo (que no ganó ningún título importante pero fue el dominador del país en 2019 y 2020), gracias a su magnífica reestructuración económica. Y, a partir de allí, empieza el drama.

LOS EMERGENTES SUPERAN A LOS HISTÓRICOS

Quien marca la tendencia son la emergente clase media que está ocupando el espacio de los clubes tradicionales: Fortaleza, Red Bull Bragantino (aquí hay la inyección millonaria de la empresa de energéticos) y América Mineiro, que irán a la Libertadores; Atlético Goianiense, Ceará y Cuiabá, que estarán en la Copa Sudamericana.

Todos ellos adoptan criterios de gestión más profesional, empezando por el área deportiva: confeccionan plantillas más baratas con verdaderos secretarios técnicos y no profesionales más preocupados en vender sus activos a buen precio en el extranjero; rastrean el mercado por talento de categorías menores y no tienen miedo en contratar desconocidos o desacreditados. Sacan provecho de no tener la presión mediática de los grandes, que, por exigencia del entorno, acaban reuniendo sin ton ni son jugadores teóricamente con mejor cartel. O los grandes copian a los pequeños, o la Serie B, acabará convirtiéndose un cementerio de clubes elefantes.