Los mandamientos de Toni Nadal

Yo, como usted, como cualquiera que ame el deporte, como cualquiera que quiera a sus hijos, a sus sobrinos, como cualquiera que aspire a guiar los destinos de un deportista, admiramos a Toni Nadal, el tío de Rafa, el hijo, sobrino, hermano, novio, marido o amigo que todos quisiéramos tener.

Cuando uno ve, lee u oye a Toni Nadal siente la tentación de pensar que es de mentira, que no existe, que es virtual. Parece tan buena persona, tan buen técnico. tan buen consejero que no puede ser auténtico. Y lo es ¡vaya si lo es! Todo en él es corazón y, sobre todo, sentido común.

No es por provocar mayor derramamiento de sangre en la herida abierta y no cicatrizada del laportismo, el tajo por el que han brotado ríos de ilusión y desencanto, pero Toni Nadal dijo el lunes en Catalunya Ràdio algo que muchos venimos sospechando desde hace meses, casi años, y que, sin acertar con las palabras del tío más galáctico del deporte español, hemos tratado de describir estos meses con más o menos fortuna. Y es la razón por la que Ronaldinho, pero no sólo 'Ronnie', ha puesto punto y final al círculo virtuoso.

Preguntado por Antoni Bassas sobre las razones que hacen que Rafa, pese a ganar y ganar, siga entrenándose duramente, jugando y acumulando títulos sin parar, sin bajar la guardia, y otros, como Ronaldinho y compañía, hayan saciado su sed de victorias, Toni dijo: "Rafa se juega en cada torneo su posición en el ranking, su sueldo y todo lo demás; los futbolistas tienen contratos millonarios casi de por vida, ganen o pierdan". Buen argumento. Pero dio otro mejor y que explico aquí para que lo tengan en cuanto los que diseñan estos días el primero 'proyecto Guardiola': "Cada vez son menos los deportistas que aman su profesión. Lo del Barça es impensable. La única explicación para el 'caso Ronaldinho' es que no ama lo que hace y ha perdido el respeto por el que le paga".

Se puede decir más alto, pero no más claro. No es amor por los colores, no es besar el escudo cuando se golea, es amar la profesión que ejerces y respetar a quien te paga. Ese, según uno de los mejores técnicos del mundo, es el secreto del mejor deportista. Sea del deporte que sea. Los que se van parecen haber perdido ese doble espíritu; esperemos que lo tengan los que vienen.