Iniesta, una vida en azulgrana

Jordi Gil

Jordi Gil

Andrés Iniesta Luján es el último gran símbolo que ejemplifica una vida en el Barça. Solo tenía 12 años cuando un 17 de septiembre de 1996 se subió al coche junto a sus padres y su abuelo para recorrer los 460 kilómetros que separan Fuentalbilla de Barcelona y dormir por primera vez en La Masia. Transcurridos 22 años, Andrés ha decidido poner poner un punto y aparte en su  trayectoria barcelonista. A partir de junio no volverá a defender la camiseta como futbolista profesional…aunque Iniesta, tarde o temprano, volverá a casa.

Nadie como él puede enseñar los valores del club. Los aprendió con tutores como Albert Benaiges, su primer ángel de la guardia, de su ídolo Pep Guardioal o incluso de un técnico de un perfil más duro, pero igualmente de un tono didáctico como fue Louis van Gaal, el entrenador que lo hizo debutar en la Champions League en 2002, con 18 años, en Brujas.

Su quinta la conformaban Tortolero, Oleguer, Dávid Sánchez, Nano y Sergio García. Su amigo Víctor Valdés ya había ascendido y la referencia más inmediata eran Gabri, Xavi y Puyol. Iniesta debutó al lado de Riquelme, uno de los futbolistas por los que el manchego ha sentido mayor devoción.

Evidentemente, Iniesta llamó rápido la atención y alternó el Barça B de Quique Costas con el primer equipo. Van Gaal lo hizo debutar en la Liga en Mallorca y en el Camp Nou frente al Recreativo. El idilio con el holandés se rompió por su cese y Radomir Antic, el sustituto, no pudo darle continuidad a causa de una lesión en el pie sufrida en Newcastle.

El salto con Rijkaard

La transición para Andrés llegó con Frank Rijkaard en el banquillo. El holandés lo utilizó normalmente como el futbolista número ‘12’. Rijkaard prefería a futbolistas de un perfil más físico como Edmílson, Van Bommel o Deco para acompañar a Xavi en el centro del campo y, en la zona ofensiva, Ronaldinho, Eto’o y Giuly formaban el tridente preferido.

Pese a sus buenas actuaciones cada vez que salía, especialmente en el camino a la final de la Champions en 2006 de París. Andrés había conducido al equipo ante el Benfica como pivote en cuartos de final y había repetido titularidad en semifinales frente al Milan. Sin embargo, Rijkaard no se atrevió a darle la titularidad en París, aconsejado por su segundo, Henk Ten Cate, en una decisión que quedó clavada como un puñal en el corzón del futbolista durante muchos años.

Eso sí, Rijkaard no tuvo más remedio que recurrir a Iniesta para remontar y el manchego levantó la primera de sus cuatro ‘Orejudas’ (2006, 2009, 2011 y 2015).

Iniesta superó sus años de mayor incertidumbre en el Barça, incluso con opciones de dejar el club, y se consolidó plenamente de la mano del que fuera su ídolo de infancia y que le dio las llaves del equipo en 2008: Pep Guardiola.

El de Santepedor habló con Andrés antes de que el futbolista se marchara a la Eurocopa de Austria y Suiza y le dejó claro que sería una vaca sagrada en sus planteamientos. Así fue desde un primer momento, formando el centro del campo de más talento de la historia del Barça con Busquets y Xavi.

Stamford Bridge

Andrés disfrutó ofreciendo su mejor versión y ganando el primer triplete, recordado especialmente por la fecha del 6 de mayo del 2009. Iniesta nunca ha sido un gran goleador, pero sí un especialista en marcar en partidos de enorme trascendencia. Ya ocurrió cuando era un niño y logró el gol del triunfo ante Rosario Central en la Nike Cup disputada en el Camp Nou con solo 15 años.

Este 6 de mayo, en Stamford Bridge, volvió a surgir el alma del Iniesta más determinante. El Barça estaba hundido, con diez jugadores y un Chelsea que ya se vía en la final de Roma. Fue entonces cuando Andrés empalmó desde la frontal con efecto y mandó la pelota a la escuadra de Peter Cech. El célebre ‘Iniestazo’ que hizo enloquecer a los culés. Un momento de éxtasis que no se vivía desde el gol de Bakero en Kaiserlautern en 1992 y provocó incluso un ‘baby boom’ en Catalunya.

Tras el año para olvidar del Tata, llegó Luis Enrique y el segundo triplete. Su asistencia a Rakitic en la final de Berlín en 2015, donde fue elegido MVP, es otra de las jugadas en su colección de obras de arte.La época de felicidad máxima dio paso a unos años otra vez duros, sobre todo marcados por la desgracia de Tito Vilanova.

Liga de los 100 puntos

El sucesor de Pep fue víctima de una cruel enfermedad, aunque siempre quedará en el recuerdo la eterna Liga de los 100 puntos.Andrés llevó su magia a puntos sublimes en la ‘era Guardiola’ con la final de Wembley en 2011 ante el Manchester United como punto álgido. Iniesta no pudo repetir Champions en 2012, pero sí se llevó el trofeo al mejor jugador del fútbol europeo tras la excelente Eurocopa de Polonia y Ucrania.

El triplete dio paso a un relevo en la capitanía. Xavi Hernández se marchó a Catar y Andrés cumplió uno de sus sueños, como era lucir la senyera en el brazo como primer capitán del equipo. Su elección no ofreció discusión. Querido y valorado por los compañeros por su sentido de la responsabilidad, Iniesta ha sido un líder ejemplar. Ovacionado por propios y foráneos, el Barça ha estado representado de forma inmaculada las tres últimas temporadas.

Doblete como colofón

Andrés alzó el sábado la Copa del Rey en el Wanda y está próximo a conquistar la Liga. Su carrera como barcelonista llegará a su fin con 32 títulos. Una cifra que parecía imposible cuando se enfundó por primera vez la elástica blaugana, pero que ha sido una dulce realidad, tras una vida de pasión culé.