Ciclismo

Tadej Pogacar, ¡este muerto está muy vivo!

Horas después de ser herido, que no noqueado, por su eterno rival, Jonas Vingegaard, el prodigioso y rebelde Tadej Pogacar le devuelve el golpe al danés del Jumbo con una actuación brutal, digna de un 'canibal'

Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar, otras vez héroes del Tour en la etapa de hoy.

Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar, otras vez héroes del Tour en la etapa de hoy.

Emilio Pérez de Rozas

Es difícil encontrar héroes como ellos. Es casi imposible vivir situaciones límites, como la que vivió el gran, el tremendo, el inmenso, Tadej Pogacar y, 24 horas después, verle emerger cual ángel exterminador, y devolverle al hombre que le hirió, Jonas Vingegaard, el mismo golpe, idéntica cuchillada, un perfecto golpe en la mandíbula, en la misma mandíbula que tú encajaste el suyo.

Lo que Pogacar ha hecho hoy en la cima del Cauterets, con el coche de 

Emmanuel Macron

 superándole a pocos metros de la meta ¡maniobra totalmente prohibida, incluso siendo el presidente de la República!, es digno, o solo digno, de un atleta, de un deportista, de un ciclista, de un ‘canibal’, de un dictador como él. Único.

Pogacar ha estudiado, perseguido, aguantado y, finalmente, maltratado y distanciado al gran Vingegaard, en 28 segundos (en solo dos kilómetros), al hombre que le dejó sin respiración en el Marie Blanque. Pogacar, que corre solo, absolutamente solo, pues no tiene equipo, ha resucitado frente a todo el ejército del Jumbo Visma, una escuadra que se permite el lujo de tener, tal vez, al tercero mejor ciclista de ese pelotón,

Wout van Aert

, como empleado, como gregario de Vingegaard.

Y 'Carlitos', pegadito

Pogacar, no solo ha resucitado de las cenizas que quedaron esparcidas por las cunetas del Marie Blanque, sino que ha demostrado que si supera este mal momento ¡que ya es glorioso!, puede ganar el Tour

, pues a medida que pasen los días esa muñeca izquierda, que él va soltando, de vez en cuando, de su manillar para ir haciendo ejercicios de relajación en los momentos serenos de la ruta, acabará siendo su mejor aliada para demostrar que sigue siendo el rey del pelotón.

Todo eran dudas sobre el esloveno en esta sexta etapa. Y todo ha quedado en nada, en la confirmación de que lo de ayer fue un mal día y que Pogacar, insisto, aún en solitario, sin equipo, sigue siendo el monarca de este pelotón multicolor donde el niño Carlitos Rodríguez sigue haciendo de las suyas e ilusionando al aficionado español. Carlitos ya es quinto de la general.

Pero, volvamos a Pogacar, que resistió el despliegue impresionante del Jumbo en un día de cuestas duras. Era Pogacar contra el mundo, contra todo el Jumbo. Especialmente contra ese prodigio de ciclista, Wout van Aert, que prefiere divertirse en Navidad haciendo ciclocross y, en primavera, en las clásicas, que ser uno de los favoritos del Tour.

Empieza el show

Porque fue Van Aert quien rompió la carrera y quien llevó a su jefe en la ‘sillita de la reina’ hasta faltar cinco kilómetros de ascensión al Cauterets. Allí casi se muere, casi desfallece, teniéndole que ayudar los espectadores a sobrevivir, pero Van Aert ya había cumplido maravillosa y espectacularmente con su misión: colocar a su jefe en situación de (casi) decidir el Tour.

Pero no, su jefe, Vaingegaard, también demostró, como Pogacar ayer, que es humano. Y, faltando 2.800 metros para la meta, el esloveno lanzó un ataque mortal, potente, sorprendente, escalofriante que dejó tieso, parado, débil al danés del Jumbo, que perdió casi medio minuto en meta ¡medio minuto en 2.800 metro! ¡Pogacar está vivo!

Y los había (y muchos) que pensaban que Pogacar se iba a conformar, en la dura etapa de hoy, con recuperar sensaciones, demostrar que no está muerto, almacenar moral y preparar su revancha, su desquite, en el Puy de Dôme del domingo, pero los ‘canibales’ (y de eso el ciclismo, el viejo y el moderno, saben mucho) nunca tienen bastante y, sobre todo, siempre sorprenden.

Pogacar no quiso perder ni el tiempo ni la oportunidad ni sus buenas sensaciones. Él, mejor que nadie, sabe que o lo hace a su manera, o lo hace a lo bestia, o lo hace en solitario, o nadie, nadie, ni siquiera su equipo, que lo dejó absolutamente solo cuando solo se llevan seis etapas del Tour-2023, le ayudará a convertirse, de nuevo, en el ‘señor de amarillo’.