De la Pirámide y la WM al City de Pep

La combinación de sistemas tácticos de finales del siglo XIX y principios del XX define el fútbol actual

Estamos acostumbrados, desde principios de los años 90, a cantar las alineaciones del Barça pensando en una formación 4-3-3

Guardiola, en el encuentro ante el Dortmund

Guardiola, en el encuentro ante el Dortmund

Adrià Soldevila

Adrià Soldevila

Estamos acostumbrados, desde principios de los años 90, a cantar las alineaciones del Barça pensando en una formación 4-3-3. Con dos laterales, dos centrales, un mediocentro, dos interiores, dos extremos y un delantero centro. Sea quién sea el entrenador, al Barcelona se le presupone que saltará al césped con un dibujo único y prácticamente intocable, solamente variable si el técnico decide añadir un centrocampista más y situarse en el terreno de juego con un 3-4-3, una distribución ligada a los métodos de Johan Cruyff y su ‘Dream Team’. El 4-3-3 es un sistema que todo culé identifica. Las Champions conquistadas se recuerdan a partir de ese planteamiento táctico, el que ha llevado al éxito absoluto a un club que decidió adoptar como sello identificativo el fútbol de posición de Johan.

El 4-3-3, o cualquier otro sistema táctico, es un punto de partida. Pero desde que empieza a rodar el balón –incluso antes del pitido inicial– ese orden establecido se matiza, se diluye y se transforma. De hecho, con el mismo 4-3-3, el sistema de Xavi Hernández en el Barça actual es distinto al sistema que usaron Ernesto Valverde, Luis Enrique, Pep Guardiola o Tito Vilanova. Con Tito y Guardiola, el lateral diestro –Dani Alves– tenía mucha más presencia ofensiva y formaba casi como extremo en ataque. Juntándose con los delanteros y los interiores que se prodigaban en el área, ese Barça atacaba con un mínimo de seis jugadores. Jordi Alba empezó a ganar peso en el ataque de Tito, lo perdió con Luis Enrique y lo multiplicó exponencialmente con Valverde hasta convertirse en el arma favorita de Leo Messi. Y ahora, con Xavi, los extremos abiertos acumulan las cargas en la banda y los interiores vuelven a pisar área con la orden estricta de tirar diagonales constantemente. “Más que jugar a los puestos hay que jugar al juego”, comentó Juan Manuel Lillo en una rueda de prensa siendo el entrenador de Atlético Nacional de Colombia. Si paramos la imagen en varias situaciones del juego, ese famoso 4-3-3 desaparece por completo.

“Los entrenadores se inspiran más en orientaciones del juego que en sistemas”, explica el periodista Martí Perarnau a Sport Dossier. Perarnau ha publicado varios libros sobre la forma de entrenar y jugar de los equipos de Pep Guardiola y recientemente escribió La Evolución táctica del fútbol. 1863-1945: descifrando el código genético del fútbol de la mano del falso 9. Los equipos ya no usan un solo sistema de juego. Pueden partir de una idea de base, pero la ocupación de los espacios, la voluntad ofensiva o defensiva, la posición en el campo de los laterales o los movimientos del rival llevarán a los conjuntos a introducir variantes o a practicar más de un sistema, tanto para las fases donde se ataca como para las de repliegue. “El enriquecimiento para que un equipo use tres, cuatro o cinco sistemas durante un mismo partido sin necesidad de recibir instrucciones desde el banquillo es la innovación que veremos en el futuro”, apunta Perarnau, convencido de que ya no hay más dibujos tácticos por descubrir.

Origen: siglo XIX

Las primeras tácticas conocidas, aplicadas a mediados del siglo XIX, tomaron como referencia el posicionamiento y la disciplina militar. Era un sistema rígido, sin movimientos extraordinarios. “Servían, fundamentalmente, para distribuir geográficamente a los jugadores sobre el terreno de juego”, explica Perarnau. Pero eso duró relativamente poco tiempo. En 1882, siete años antes de que se fundara el Recreativo de Huelva –el club decano del fútbol en España–, la Universidad de Cambridge adoptó un sistema que marcó un antes y un después: el 2-3-5. La nombrada Pirámide de Cambridge. Antes de ese dibujo, los equipos jugaban con seis delanteros. “Se liaban y había poco espacio. Los jugadores de la Universidad de Cambridge llegaron a la conclusión de que debían hacer retroceder a uno de los delanteros al medio campo para atacar con cinco”, explica el periodista y exatleta olímpico. Cinco delanteros. “Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón”, cantaba Joan Manuel Serrat en su famosa Temps era temps. Esa fue una de las tantas delanteras del Barça en los años 50, en la que también aparecieron Jordi Vila, Eulogio Martínez, Evaristo, Kocsis, Czibor, Moll y el primer Balón de Oro español, Luis Suárez. Pero siempre jugando con cinco arriba. Ese Barça de las Cinc Copes, sin embargo, usó una evolución de la Pirámide de Cambridge, la misma que usaría el Real Madrid de Miguel Muñoz, campeón de Europa entre 1955 y 1960, y otros equipos en Europa: la WM de Herbert Chapman, un 3-2-5 que el mánager del Arsenal consolidaría durante los años 30. “La WM se creó para aprovechar los espacios que dejaban los rivales. Ese sistema empezó a imponerse masivamente y, a partir de ahí, el concepto de sistema fijo fue desapareciendo y todo empezó a ser más móvil, dúctil y modulable”, explica Perarnau.

Poco después de la WM apareció El Método, otra evolución de la Pirámide y de la misma WM que nació en Italia de la mano de Vittorio Pozzo. Echaba a andar el famoso catenaccio, que permitió a Italia levantar las Copas del Mundo de 1934 y 1938 bajo la amenaza del dictador Benito Mussolini: “Italia debe ganar el Mundial, es una orden”. El estado nacionalizó a varios jugadores argentinos y con un 2-3-2-3, con el mediocentro actuando como central líbero, consiguió el objetivo.

Los sistemas tácticos del fútbol actual nacieron hace más de 100 años

Evolución y mezcla


“El estilo es el mismo independientemente de cómo juguemos. Los sistemas tácticos son para las tertulias”. Esa frase la pronunció Ernesto Valverde en agosto de 2017, siendo entrenador del Barça, tras un partido del conjunto azulgrana ante el Betis en el que el técnico extremeño introdujo ciertas modificaciones que terminaron, en varias fases del encuentro, con el equipo catalán situado en un 4-2-3-1. En la actualidad, la mayoría de entrenadores de la élite futbolística utilizan más de un sistema durante los partidos. Ya no existe la WM fija, ni la Pirámide de Cambridge para los 90 minutos o El Método de Pozzo para defender un resultado durante media hora. “Por eso muchos entrenadores dicen que los sistemas son números, porque el fútbol hoy no tiene equipos con sistemas fijos, sería ridículo”, apunta Perarnau.

No existe una referencia fija en las formaciones actuales, en los dibujos tácticos que presentan los equipos cuando saltan al terreno de juego. Todo es cambiante e incluso los sistemas usados son evoluciones de los históricos planteamientos tácticos de finales del siglo XIX y principios del XX. En este sentido, Perarnau señala a Guardiola como uno de los grandes dinamizadores: “Si observas al Manchester City, ves que con el balón utiliza la WM, El Método y la Pirámide; y sin balón puede usar el 4-4-2. En determinadas fases del campo se despliega con un sistema y en otras fases con otro, en función de mil factores”.

Lo que sí tiene claro Perarnau es que en materia de táctica ya están todos los dibujos inventados. No queda nada por descubrir. Está convencido de ello. “Antes de 1945 ya se utilizaban muchos de los sistemas que se popularizarían más tarde”, explica. La Alemania o los Países Bajos de los 70, el Milan de Arrigo Sacchi, el ‘Dream Team’ de Johan Cruyff o la ‘Quinta del Buitre’ bebieron de todo aquello. Como lo hacen hoy los equipos de Guardiola o Ancelotti. Lo que marca la diferencia en el fútbol actual son los contextos y el uso que se le da a estos sistemas a lo largo de un mismo partido.