La España de los centenarios | Laura Fernández

"Me dijeron que no volvería a caminar ¡y hago una hora diaria de bicicleta!"

La centenaria gallega Laura Fernández practica su particular mindfulness con 101 años: pedalea mientras reza el rosario

Laura Fernández nació en Maside, en Ourense, en 1922 junto a otros seis hermanos.

Laura Fernández nació en Maside, en Ourense, en 1922 junto a otros seis hermanos. / FdV

Elena Ocampo

“Mi vida ha sido muy bonita”, sonríe Laura con luz en los ojos y un poco de carmín en los labios. Cuenta los meses que le quedan para el 4 de agosto; fecha en la que -asegura rotunda- cumplirá 102 años. Rodeada de dos de sus hijas, abre las puertas de la casa y del recuerdo en un día de mayo florido pero con un telón de lluvia. Le gusta leer, le gustaba bailar, le ha encantado la playa y ha amado a su marido hasta el final. De joven estudió cultura general en Madrid durante tres años y todavía lee “las letras grandes” del periódico. Se ha nutrido de la huerta familiar aun cuando se trasladó a vivir a la ciudad y hasta hace poco, labraba la tierra. Una despensa rural de berzas o huevos de gallinas en libertad. Pero si algo destaca con orgullo de su currículo es haber criado a tres generaciones: hijas e hijos, nietos y bisnietos que ya alcanzan la treintena. Quizás haya heredado ese talante pionero de su madre, que quería ser mecanógrafa, pero no pudo por haber nacido mujer.

A los pocos minutos de conversación, confiesa: “Si no fuera por la bicicleta, hoy no andaría”.

El traumatólogo que atendió a Laura Fernández Salgado después de una compleja fractura de cadera y fémur no daba crédito cuando la mujer entró, solo un mes después de la operación, caminando por la consulta. Los médicos habían dicho a la familia que la centenaria tenía muchas papeletas para no volver a andar.

“Veo el mundo peor; la vida ya no es tranquila como antes”, razona la centenaria Laura Fernández

“Veo el mundo peor; la vida ya no es tranquila como antes”, razona la centenaria Laura Fernández

Hoy, cinco años más tarde, se sube en su bicicleta a diario para pedalear durante una hora. Las cuentas de algo que se asemeja a un collar cuelgan del manillar. Porque ese no es el único ejercicio que realiza. Mientras sus piernas hacen latir el corazón y las ruedas estáticas, su mente recorre otra geografía y se adentra en un sendero religioso. “Cuando estoy en la bicicleta: media hora pedaleo hacia adelante y otra media hora para atrás y rezo el rosario”, explica.

¿Y de niña? El pulso rápido, con su hermana llorando en su regazo. El camino hacia un horno comunal donde sus padres cocían pan cada semana es uno de los primeros recuerdos que envuelve a Laura en un túnel del tiempo. La traslada a Listanco. En esa localidad de Maside, en Ourense, nació en 1922 junto a otros seis hermanos. Y allí vivía al amparo de una casa rectoral y de su tío párroco, Gumersindo Pavón, quien se sabía en el punto de mira por sus oratorias políticas.

Laura Fernández, de 101 años: "Me dijeron que no volvería a caminar ¡y hago una hora diaria de bicicleta!"

Elena Ocampo

Salir de aquellos muros constituía una amenaza. Pero el bebé no paraba de llorar aquella noche y sus padres estaban fuera. Tras un susto en una esquina, Laura y la pequeña -su hermana Lupe, que hoy tiene 86 años- fueron escoltadas por los vecinos. “El párroco y su familia estaba en la lista para el paredón”, confirman con tranquilidad sus hijas. “Dispararon a mi tío abuelo yendo en coche, pero la bala rebotó y le dio al sacristán, que se murió en el acto”, explica tranquila Laura. No pestañea al rememorar esos duros episodios de la guerra, ni al reconocer la muerte de dos de sus hijos de corta edad, mellizos. “Veo el mundo peor; la vida ya no es tranquila como antes”, razona paradójicamente.

Nos quisimos mucho”, rememora del que fue su marido desde los 27 años y durante más de cinco décadas, José del Río. Tras descubrir una fotografía enmarcada en una de las librerías de la casa, la dedicatoria final refleja el cariño recíproco de su compañero: "No quiero que al mirarme me recuerdes, sino que al recordarme me mires", lee Laura feliz, creyendo que el amor, sí, será inmortal.

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