El fútbol de Vinicius se apaga en la Liga

El desgaste físico y mental le pasa factura con un gol en los últimos once partidos de Liga y 981 minutos disputados, en los que ha visto 6 amarillas

Ser cabeza de lista del ataque blanco obliga a los rivales a doblegar la vigilancia, y le pierde no separar su talento futbolístico del equilibrio emocional

Betis - Real Madrid | El partido de Vinicius

El partido de Vinicius en el Benito Villamarín: sin suerte de cara a gol / LALIGA

Alejandro Alcázar

Alejandro Alcázar

Con el bajón futbolístico de Karim Benzema emergió la figura de Vinicius Junior para liderar el ataque del Real Madrid. El brasileño es  el delantero más peligroso de su equipo, capaz de inclinar el campo hacia su banda para retar a las defensas y marcar las diferencias. El brasileño afinó la puntera para marcar los goles que el francés no podía por culpa de esas lesiones que minimizan la influencia de su fútbol sobre el equipo, ejerciendo de capitán para tirar del grupo y ser el referente ofensivo. Un aglutinado experto al que están echando de menos, pero sobre todo por su bajón futbolístico.

Sin el francés, la aportación de Vinicius se ha vuelto indispensable para el Real Madrid, pero no es Supermán en una temporada en la que su presencia ha sido permanente en cada equipo titular de Ancelotti. Su despegue ha coincidido con el Mundial, para colarse también como fijo de Brasil. Pero jugada la Copa del mundo ha llegado la resaca, la saturación de fútbol para un futbolista que físicamente está demostrando ser un portento, pero que mentalmente le queda trabajo por hacer. Le cuesta separar su talento futbolístico del equilibrio emocional, y por ahí se pierde.

CASTIGADO POR LOS RIVALES Y LOS ÁRBITROS

Esa efervescencia que agita en cada partido intentando sortear rivales o encarándose con ellos, acaba notándola en una temporada comprimida y exigente para él. Ser cabeza de lista del ataque blanco obliga a los rivales a doblegar la vigilancia sobre él. Y él, que no escatima nada, aumenta la exigencia y con ello el desgaste. Eso acaba dañando su efectividad, esa línea delgada que separa el golpeo preciso y lúcido con el incorrecto y acelerado. Convivir con el error alimenta la desesperación y con la dependencia que tiene el equipo de sus aciertos acaba arrastrando al colectivo a la decepción.

Vinicius se ha apagado en la Liga por el cansancio físico y mental de tener que guerrear en cada partido con defensas que no reparan en medios para frenarlo ya sea a patada limpia o con provocaciones de lo más variopintas. Los árbitros no le ayudan porque él no ayuda a los árbitros. De aquellos polvos, estos lodos. Su aportación goleadora ha caído en la Liga de manera preocupante con un gol en los últimos once partidos y 981 minutos disputados, en las que ha visto seis tarjetas amarillas que definen ese estado de crispación harto de ser vapuleado con entradas en ocasiones escalofriantes ante la pasividad arbitral. Un jugador mentalmente agotado, con más 3.760 minutos jugados esta temporada, que suponen 41,7 partidos consecutivos, de los 44 en los que ha participado.