No a las viejas rencillas, si a la unidad de los culés

Lo que no se vio del Barça - Alavés de Liga

Lo que no se vio del Barça - Alavés de Liga / Javi Ferrándiz

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Basta ya de guerras. Con la de Ucrania y Gaza tenemos bastante. Amamos la paz, deseamos que la convivencia. En consecuencia, nos refugiamos en el deporte para hablar de esperanza e ilusión.

Es hora de reflexionar sobre el Barça buscando la unidad de los culés por encima de resultados y críticas. Nada de batallas partidistas. El amor a los colores está por encima de todo, es una fuerza vital, un factor diferencial.

No debemos caer en el peligro del radicalismo. Los problemas no se solucionan hablando sino haciendo. La temporada no se decide en noviembre sino en mayo.

Aconsejamos tranquilidad y confianza. Tranquilidad para que el equipo pueda trabajar sin presiones. Confianza porque hay una buena plantilla, mezcla de juventud y experiencia, que debería mejorar el balance de la última campaña.

Lo mejor está todavía por llegar, el recorrido de mejora del equipo es grande. El liderato del Girona no hay que verlo como un defecto del Barça sino como un éxito impresionante de los hombres de Michel.

El tropiezo ante el Shakhtar no debe servir para recordar fracasos europeos recientes, sino todo lo contrario, para conjurarse y terminar primeros de grupo. Nada es trascendental ni decisivo ahora, todo es aleatorio y fugaz.

Es necesario transitar por la Liga con luces largas, con moral de campeones. La Champions se debe jugar con la convicción de que toca llegar lejos, es neceario para el prestigio de la entidad.

Para que todo esto suceda, es muy determinante que el entorno este unido con el equipo, aporte sinergias positivas y se construyan expectativas de futuro ilusionantes.

Los medios de comunicación no ganan ni pierden partidos, pero pueden crear un clima de pasión que de alas a los jugadores. Xavi se equivocó señalando a la prensa como culpable, la prensa apoya a las jóvenes promesas con tanto entusiasmo que a veces incluso les da una dimensión que todavía no tienen.

El universo comunicativo que genera el Barça es un fenómeno excepcional que hay que saber controlar con inteligencia. No tiene parangón a nivel local y la dimensión mundial bate records en las redes sociales.

Para muchos culés el Camp Nou de toda la vida es su segunda casa, la consideran suya como virtuales propietarios de las acciones del club. Esta simbiosis no se produce en otros clubs.

Los socios de Bayern o el City van al campo a ver jugar a su equipo y disfrutar del espectáculo. Aquí la relación es más intensa, el culé juega y vive los partidos desde la grada como si estuviera en el campo, de ahí que cuando gana se considera parte de la victoria y cuando pierde se siente herido y dolido.

Este es el ADN del Barça, somos más que un club, cuando se gana todos felices, cuando se pierde la frustración es inevitable.