Supercopa: Un ejercicio de fe

El eje del centro del campo ha perdido a su brújula y no encuentra el norte

Enric Jové

Enric Jové

Xavi sigue sin conseguir que el Barça juegue a algo. Da igual que sea contra el líder de primera, el colista o un equipo de la cuarta categoría del fútbol español. En este último caso, pongan como excusa la ausencia de VAR, el mal estado del terreno de juego o el frío clima de Barbastro para justificar que el encuentro de Copa fuera más disputado de lo que debía ser.

No escatimó efectivos el egarense, ni en el once inicial, ni en los cambios posteriores. Pero el equipo no traslada ninguna buena sensación, ni genera ninguna confianza, esa es la única conclusión que puede sacarse partido tras partido. Las victorias de este curso se caracterizan por ser pírricas, ganar por la mínima es lo habitual, sufriendo el tiempo de descuento. El buen juego es, como mucho, momentáneo y efímero. ¿Alguien recuerda dos partidos seguidos que se transmitan buenas sensaciones? La seguridad defensiva del año anterior ha desaparecido, la defensa es puro desajuste e inseguridad. Déjenme añadir que alguien le debe decir a Araujo, un valladar en defensa, que se olvide de efectuar desplazamientos largos al más puro estilo Gerard Piqué, que sus puntos fuertes son otros, muy alejados de ser exquisito con el juego con balón. Si puede jugar a un toque, que no piense en hacer dos.

El eje del centro del campo ha perdido a su brújula y no encuentra el norte. Busquets debe aparecérsele al bueno de Oriol Romeu cada noche en sueños cada vez que le hacen jugar. En la delantera sobran efectivos, pero allí, donde el talento debe ser diferencial, reflexionen si Rafinha o Ferran Torres son jugadores con nivel Barça. En la toma de decisiones, aquello que marca la diferencia en un delantero talentoso, la negligencia es habitual. El tiempo dirá o no si lo de Lewandowski es un bajón deportivo temporal. Vitor Roque ha llegado sin ver portería. Veremos si es Roberto Dinamita o Ronaldo.

No dudo que el equipo técnico revisa todos y cada uno de los partidos de los rivales y sabe cómo juegan. De la pizarra a la realidad nada debe materializarse como se planifica en la ciudad deportiva. ¿Toda la responsabilidad la tiene el técnico? Quizás no, pero la sensación es que individualmente los jugadores están tan nerviosos como desquiciados, nada les sale como debería y los nervios afloran en cada toma de decisión dentro del campo.Añadan la plaga de lesiones.

Colectivamente no hay el mínimo criterio en ninguna de las líneas del equipo, ni con balón, ni sin balón. El año pasado la victoria en la Supercopa fue el momento donde el Barça empezó a fraguar su posterior hegemonía en la Liga. Propongo a los culés que intentemos evitar hacer cualquier ejercicio de racionalidad sobre el equipo de Xavi para decididamente abrazar la fe como única opción para entender y seguir a este Barça. A partir de allí no habrá crítica, solo devoción y creencia no fundamentada en nada más que la doctrina del líder. Eso encaja muy bien en la visión laportista del Barça.

Si perdemos será culpa de un ser maligno de origen demoníaco. Entenderemos lo que nos relata Xavi de los partidos en las ruedas de prensa como una verdad existencial fundamentada en su corpus espiritual. Por su autoridad legitimada como divinidad culé mientras fue jugador, asentiremos cada una de sus decisiones. Arabia Saudita es el mejor lugar para iniciar ese nuevo camino espiritual que nos llevará al cielo.

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