Opinión

Un símbolo de lo que el Barça fue

L'Avi del Barça, un emblema del barcelonismo

L'Avi del Barça, un emblema del barcelonismo / SPORT

Ser aficionado de un club de fútbol no tiene ningún sentido. Si lo piensas bien, es un sentimiento irracional porque admirar un escudo o idolatrar unos colores es muy extraño. ¿Por qué unos y no otros? ¿Qué sentido tiene sentirse parte de una comunidad de personas por el mero hecho de animar al mismo equipo? Es tan ilógico que ni siquiera es necesario que te guste el fútbol para que alguien se reconozca en el Sant Andreu, el Unionistas de Salamanca o el PSV Eindhoven.

Uno se hace seguidor de un equipo, en la mayoría de los casos, por transmisión familiar o por cercanía geográfica, pero no son estos los únicos motivos y, sobre todo, no son los más importantes. La afición al fútbol se construye a base de una estética física y se cimenta a través de los valores expresados por cada club, construyendo un relato y generando una personalidad propia con la que diferenciarse del resto. Ambos elementos se mezclan hasta hacerse indisociables.   

Por eso el escudo del Athletic se asocia a la singularidad que supone nutrirse exclusivamente de futbolistas vascos, el del Saint Pauli a los valores de la izquierda política o el del Barça al catalanismo y a un fútbol vistoso. Cada entidad genera de forma consciente o involuntaria su propio relato, asumido ampliamente por sus seguidores. Sin todo aquello que da contenido al escudo, no queda nada y la bandera acaba convirtiéndose en un trozo de tela ausente de significado. 

Joan Casals nació en Guardiola del Berguedà en 1933, siendo un niño tuvo que caminar kilómetros para ir a la escuela y, años después, lo pasó mal buscándose la vida en el campo para más tarde trabajar de panadero en el barrio de Gracia. Con el paso del tiempo, Joan Casals dio vida al personaje creado por Valentí Castanys y mutó hasta convertirse en el Avi del Barça, uno de esos símbolos que nutren de sentido a la afición por unos colores, en este caso el azul y el grana. Así lo entendió el club cuando, en 2007, le reconoció oficialmente como representante oficial de la entidad en el mundo peñístico.

L’Avi del Barça era como la camiseta limpia de publicidad, uno de esos emblemas que ayudaban a entender el ‘Més que un club’ sin usar las palabras. Todo aquello que el Barça fue, humanizado a través de una camiseta enganchada a la piel, una barba blanca, una barretina y una bandera. Con Joan Casals muere también una forma cada vez más romántica de vivir el club: ajena a los autodestructivos ismos, a los fondos de inversión, al fútbol entendido como industria, al poder de los agentes, a los derechos de televisión y la judicialización del deporte. Con Joan Casals se marcha un símbolo. Uno más.