Los ovarios de Ona Carbonell

Ona Carbonell.

Ona Carbonell. / EP

Danae Boronat

Danae Boronat

Las tenistas Serena Williams o Davenport volvieron a llegar a finales y a ganar grand slams al poco de ser madres, Ennis-Hill, heptatleta, ganó el mundial un año después de dar a luz, Paula Radcliffe, fue campeona del maratón de Nueva York a los 10 meses. Hay múltiples ejemplos de mujeres que han demostrado que la maternidad no supone el final de una carrera deportiva de élite. Aún así, en cuanto Ona Carbonell anunció su embarazo pareció el principio del fin. “Es peor quedarte embarazada que lesionarte, si tienes una lesión te continúan pagando, tienes la beca. Si te quedas embarazada desaparece todo, te quedas sola ante el peligro” así se lo cuenta la mujer con más medallas en la historia de los mundiales de natación a su amiga Paz Vega en un fragmento del documental que se estrena hoy “Empezar de nuevo” (Rakuten).

Una de las deportistas más laureadas del deporte español vio como su deseo de ser madre chocaba con las aportaciones económicas públicas y también de la mayoría de patrocinadores pese a que jamás anunció que dejaba la competición. El 24 de marzo el Gobierno japonés y el COI posponen los JJOO un año por la pandemia y desde ese momento la catalana -que tuvo a su hijo el 2 de agosto de 2020- sólo piensa en llegar a sus terceros juegos.

El seguimiento de su día a día nos descubre a una deportista entregada a su vida profesional y familiar que hace mil equilibrios para conciliar una y otra, con dos ideas claras: ponerse al nivel de sus compañeras para poder asistir a Tokio y seguir con la lactancia de su hijo.

En el proceso Ona se muestra agotada, triste, en varios momentos, alegre e ilusionada en otros. En ningún caso es presentada como una heroína. Enseña sin tapujos sus debilidades, rompe tabús sobre la menstruación, “con un par de ovarios” como dice ella, muestra sus ‘sacaleches’ sin pudor y habla de lo duro que es no poder seguir dando el pecho a su hijo cuando va a conseguir el sueño de regresar a unas olimpiadas. A Kim Gaucher, jugadora de la selección de Canadá le sucedió lo mismo y lo denunció en sus redes: “hay que escoger entre ser madre lactante o deportista olímpica”. El revuelo que generó hizo que Ona albergara alguna esperanza pero el gobierno japonés fue inflexible debido, dijeron, al covid y la burbuja de la villa olímpica. Los familiares, aunque fueran bebés lactantes no podían entrar.

Te dejan de pagar y te obligan a modificar tu idea de maternidad. Necesitamos cambios urgentes para avanzar hacia el respeto íntegro a las deportistas y el testimonio de Ona va a contribuir a ello sin duda alguna.