Mohamed Katir y la mujer del César

Mohamed Katir insiste en su inocencia

Mohamed Katir insiste en su inocencia / EFE

David Rubio

David Rubio

El fútbol es impermeable a escándalos, corruptelas o presidentes encausados, pero el atletismo es otra cosa. De hecho, se juega su credibilidad en cada competición y en cada entrenamiento con el peligro de entrar en un proceso de autodestrucción como sucedió un par de décadas atrás con el ciclismo.

Por eso, lo sucedido con Mohamed Katir hace un daño irreparable a un deporte en el que atletas y entrenadores completamente limpios luchan contra esa corriente latente. En la antigua Roma. "La mujer del César no solo debe serlo, sino también parecerlo", reza un dicho de la antigua Roma sobre Pompeya, la mujer del emperador Julio César.

En España llueve sobre mojado. Primero fueron las operaciones 'Galgo' y Puerto' a las que se dio carpetazo sin más sancionados que un Alemayehu Bezabeh que fue 'cazado' y que seis años después fue absuelto. Y ahora, en pleno escándalo con la CELAD por supuestos casos positivos encubiertos, estalla el 'caso Katir'.

Por encima de otros condicionantes que el atleta y su entorno puedan esgrimir, el ciudadano de a pie no puede entender cómo un atleta falla tres veces en 12 meses en su compromiso de estar localizable cada día a una hora determinada en base al sistema informático ADAMS. Una vez puede pasar, dos... ¿pero ni teniendo encima la espada de Damocles pudo solventar el tema?

Katir es un atleta introvertido que se relaciona poco con la mayoría de sus compañeros. Es conocido por su disciplina espartana en los entrenamientos, prácticamente recluido en Sierra Nevada. Un profesional ejemplar. Pues ya ha tirado por la borda todo ese trabajo y todas esas virtudes.

"Me estáis obligando a irme a competir con un país que no me quería", publicó en sus redes sociales como una rabieta de niño pequeño en unos mensajes que borró de inmediato. No, Mohamed Katir. Si el proceso sigue adelante y eres sancionado, no podrás competir con España, con Marruecos ni con Chiquitistán.

Personalmente, a mí que esté o no en París 2024 me da igual. Lo que no consiento es que se haga daño al atletismo.