Opinión

Humillante y vergonzosa derrota en Montilivi

Girona FC - Barcelona

Girona FC - Barcelona

Ni siquiera quedó el consuelo de alargar la agonía a la liga y aplazarle el alirón al Madrid. Alfombra roja a los blancos como durante toda la temporada para que lleguen reforzados al choque europeo frente al Bayern de Múnich.

El día que acabó la lucha por el título, que ya estaba perdido, confirmó todos los defectos, enormes defectos que han llevado al Barcelona actual al atolladero y a un callejón sin salida. La segunda parte del Barcelona es absolutamente indigna de un equipo de la categoría del Barcelona, bailado por su rival y zarandeado a los acordes de los oles en la grada.

Un Barcelona muy frágil mentalmente es incapaz de sobreponerse a los golpes del rival. No tiene capacidad de reacción. No tiene alma, no tiene carácter y pasa a ser un muñeco a manos del rival. Y no sólo ayer, lo ha sido durante muchos partidos de la campaña pero ayer la gota colmó el vaso, con lo que había en juego el equipo se hundió y bajo los brazos como unos jugadores del Barcelona no pueden hacer defendiendo el escudo que defienden.

La temporada aún no ha terminado pero debe terminarse con dignidad. Ya no solo está en juego el segundo puesto y la Supercopa, que sería el segundo título que pierdes de la próxima temporada junto al Mundialito, que es importante, sino la imagen del club mancillada y pisoteada en la segunda parte como una caricatura de equipo a manos del rival, un equipo con un presupuesto y unos jugadores mucho más baratos que los azulgranas.

Sin quitarle el enorme mérito que tiene el equipo de Michel, que volvió a ganarle la partida a su homónimo con las decisiones que cambiaron el partido en el segundo tiempo, sobre todo con la irrupción de Portu en la banda derecha.

No se pueden poner paños calientes. Mejor así. Cuanto más dura sea la caída, más invitará a la reflexión o tiene que obligar a un cambio más drástico y a la regeneración del equipo. Esa es la lectura positiva. La de ayer es mucho más que una derrota y es tremendamente dolorosa.

El partido vuelve a repetir los errores de la temporada. Ocasiones por doquier en la primera parte y perdón constante al rival. Y errores groseros, impropios, inaceptables de casi todos que penalizan gravemente en el marcador, unido a la escasa capacidad de reacción en el césped y en el banquillo, por más que se produjeran cinco cambios.

La revolución tiene que ser importante, los cambios de peso con los que tratar de regenerar un equipo desbordado y poco competitivo. Avasallado y borrado de la faz del campo, ninguneado y maltratado. Un Barcelona incapaz de dar la cara en los últimos minutos cuando más se necesitaba. Rendido y desarmado. Derrota humillante, vergonzosa, de las que hacen mucho daño.

Que acabe ya la temporada, por favor, sí, pero que acabe con dignidad, al menos dignidad, alma, carácter y orgullo, aunque solo sea.

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