Opinión

El fútbol y su mal endémico

Las federaciones y los clubes viven al margen de la ley, sin apenas control que se hacen ellos mismos y esto acaba siendo la tumba de los directivos

Luis Rubiales sale de declarar de la Audiencia Nacional

Luis Rubiales sale de declarar de la Audiencia Nacional / EFE

El fútbol español precisa de una amplia reforma para regular mejor su funcionamiento. Hoy se rige por una especie de asociacionismo que procede del siglo pasado, una anacrónica metodología acaba siendo su propia sentencia a muerte. El caso de muchos clubes españoles y el de la Federación se parecen en algo.

Rubiales entró en la Federación con un sueldo de unos 150.000 euros anuales más un variable según los beneficios de la Federación. ¿Qué pasó? Lo primero que se hizo fue intentar romper todos los contratos posibles para reformularlos e incluir en ellos variables, manera que le permitía aumentar su salario. Se intentó incluso romper con Adidas. Luego llegó el caso de la Supercopa con Arabia Saudí en la que Rubiales fue acusado de quedarse con una comisión de 400.000 euros. En la siguiente asamblea, propuso a los asambleistas un aumento de su salario hasta 600.000 para no ser acusado de comisionista. Se aprobó sin rechistar, con lo que Rubiales pasaba a consolidar su variable en fijo.

¿Para qué negarse, como votantes, a validar este aumento? ¿Qué rendimiento sacan los que se planteaban ir contra el poder establecido si solo puede acabar siendo una pérdida para tu club o para tu federación autonómica? Se gana más siempre yendo con viento a favor, por lo que luchar contra esta maquinaria es complicadísima.

Las federaciones y los clubes de fútbol, en particular, no tienen el control gubernamental de la misma manera que puede tener el propietario de un bar o de un pequeño negocio. Viven al margen. Es más, incluso tiene el respaldo de los gobernantes, como es el caso de Pedro Sánchez con Rubiales. Los clubes y las federaciones gestionan mucho dinero y no hay una ley específica que les supervise, que les controle, que les registre. Tienen una regulación propia o, en el caso de los clubes de fútbol, acaba siendo la propia Liga la que mejor les intenta controlar. O sea, ellos mismos se regulan. Solo hay que ver los problemas que tiene el Barcelona con el ‘fair play’ financiero, un instrumento creado por la Liga o, a nivel global, por la UEFA o la FIFA.

Hasta que no se tomen cartas en el asunto y los clubes y las federaciones no sean tratadas como cualquier otro ciudadano y vayan por el mismo camino que el resto de los humanos, los clubes y las federaciones no perderán esa manera tan suya de funcionar. Que acaba siempre mal.