Los dos enemigos de la Superliga

El City y el PSG, dos clubs estado, son los que más luchan por frustrar la Superliga

Nassir Al-Khelaïffi, presidente del PSG

Nassir Al-Khelaïffi, presidente del PSG / EFE

Albert Masnou

Albert Masnou

Manchester City y PSG son los dos clubs que más en contra están de la creación de la Superliga. La semilla de esta competición fue provocada por un mal reparto económico de los beneficios que generaba la Champions League y el trato preferencial de la UEFA a favor de los que consideraban clubes estado, léase PSG y Manchester City. Así fue como entidades como el Bayern, el Arsenal, el Chelsea, el United, el Barça, el Madrid y la Juventus abordaron la necesidad de crear una nueva competición que defendiera mejor sus derechos y la igualara económicamente. Luego, algunos se bajaron del carro a raíz de la decisión de Florentino Pérez de presentar el proyecto en ‘El Chiringito’ y de asumir un protagonismo que muchos consideraron que no le tocaba. Otros siguieron en el proyecto hasta el fallo del tribunal europeo de justicia a favor.

La posición de los clubes de la Premier

A raíz de esta sentencia, son varios los clubs ingleses que han mostrado su satisfacción por la decisión porque, pese a no poder decirlo abiertamente, su batalla también es la de luchar contra esta diferencia de condiciones que tiene el Manchester City. Hay dos detalles significativos contra ambos clubs. Nasser Al-Khelaïfi jamás fue invitado a una reunión de los clubs que gestaban la Superliga; al Manchester City se le atribuye filtraciones de lo que estaba pasando en el seno de estas reuniones con la idea de boicotearla.

En todo este escenario que ha dejado la sentencia se presenta una oportunidad de oro para el Barcelona para liderar este proyecto, pues el Real Madrid, y en especial Florentino Pérez, no cuenta con las simpatías de los clubs ingleses porque consideran que en su día les traicionó. Ahora Laporta, que no cuenta con las antipatías de los grandes clubs europeos, puede convertirse en el líder para unir todas estas fuerzas y llevar a la Superliga a alguna de las opciones que tiene encima de la mesa: o fundar dicha competición y tirarla hacia delante o negociar con la propia UEFA para que los propios clubs tengan mucho más poder y que los ‘clubs-estado’ dejen de tener la protección del organismo (como ocurre ahora con investigaciones sobre el ‘fair play’ que nunca llegan a ningún sitio). Los beneficios serían repartidos de forma que los clubs acabaran sacando mayor tajada del show que supone la Champions League. 

De esta manera, la semilla que se sembró en 2016 puede empezar a convertirse en realidad casi una década después. El proceso ha sido tortuoso y complejo, pero se vio alimentado en 2020 cuando la propia UEFA se negó a ayudar a los grandes clubs en el momento que estos atravesaban una grave crisis económica a causa del covid, ya que los ingresos disminuían notablemente.