¿Qué cuesta escuchar a los aficionados?

El Bayer Leverkusen lidera la Bundesliga con 5 puntos de ventaja

El Bayer Leverkusen lidera la Bundesliga con 5 puntos de ventaja / EFE

Marc Menchén

Marc Menchén

No cuesta nada, para que nos vamos a engañar. Escuchar de verdad al aficionado, conocer qué le motiva y qué no, debería ser un ejercicio que deberíamos hacer todos periódicamente. El gran reto es decidir qué decisiones se toman en base a esa escucha, cómo se explica por qué sí o por qué no, y hacer conscientes a todos de las implicaciones económicas que supone cada paso. En todo esto, la Bundesliga es un ejemplo modélico, y también una muestra de los difíciles equilibrios que el bando sport business debe hacer para adaptarse a cada contexto sin que se le rebote el bando el fútbol de siempre.

La liga alemana tiene una fortaleza clara: su mercado local es tan grande y tiene una industria tan fuerte que prácticamente factura lo mismo que LaLiga con una presencia internacional de mínimos. Y esa es su debilidad: sin inversión en exportarse y fortalecer su negocio digital, la pugna que mantiene con el fútbol español por la segunda posición poco a poco puede decantarse a favor de aquí.

En su comunicado, los clubes alemanes aceptan que la afición ha hablado y rechaza que CVC entre en el brazo comercial y audiovisual de la Bundesliga. Lo aceptan, pero no lo comparten y el único argumento para dar su brazo a torcer es el de garantizar que no haya más protestas en los partidos. Y eso que su ejercicio de pedagogía ha sido amplio, con documentos dirigidos a los fans en los que se detallaba el qué, el cómo y el por qué.

El caso demuestra la dificultad de un negocio en el que cada vez está más interiorizado que los clubes tienen una propiedad accionarial y una emocional. Es la fortaleza de un cliente del que prácticamente depende todo el negocio de un club, algo que no sucede en ninguna otra actividad en las que, si bien el cliente es soberano, no tienen capacidad de influencia con protestas en decisiones estratégicas.

Lo que ha pasado en la Bundesliga no dista mucho de la marcha atrás que dieron los clubes ingleses o el Atlético de Madrid con la Superliga, en este caso con un alineamiento más evidente entre el sentir de las aficiones, las ligas nacionales, las federaciones, los futbolistas y los gobiernos.

Mi opinión, y abro ya el paraguas, es que los aficionados tienen derecho a opinar y los clubes a escuchar. Y que deben crearse los mecanismos para que la relación fluya, como pueden ser los órganos consultivos que se están creando en la Premier League, o las asambleas y reuniones periódicas con socios que organizan clubes como el Barça. Pero que en decisiones estratégicas complejas y con una incidencia en el negocio a medio y largo plazo, debería haber más capacidad de resistencia a las presiones.

El voto y la voz del fan deben tenerse muy presente en todo lo que verdaderamente le afecte o pueda tener un vínculo emocional: identidad, entradas, merchandising, nuevas iniciativas sociales… De esa escucha sí han salido iniciativas fructíferas y largamente reivindicadas, como el pacto en LaLiga para poner un techo al precio de las entradas visitantes. En la primera vuelta se agotaron todos los tíquets de este tipo en 44 partidos, con un precio promedio de 29,6 euros. Al fan lo que es del fan, porque ahí sí es sabio.