Alexia y el arte de la discreción

Alexia Putellas

Alexia Putellas / FCB

Maria Tikas

Maria Tikas

Cuando el Barça se proclamó campeón de la Supercopa en Butarque el pasado sábado, Alexia Putellas -que acompañó al equipo en la primera final de la temporada junto a Sandra Paños, Mapi León, Fridolina Rolfö y Jana Fernàndez- cedió el ‘brazalete’ a Marta Torrejón para que levantase ella el trofeo en la ceremonia de entrega.

No jugó ni el Clásico ni la final contra el Levante, la lateral, que se había recuperado a tiempo de un esguince en el tobillo, pero tenía el alta médica y no formaba parte de ese grupo de lesionadas.

De hecho, Torrejón le propuso levantarlo juntas y Alexia dijo que no. Que todo para ella. Y se situó en segunda línea y a un lado en la tarima, dejando todo el protagonismo para sus compañeras. Puede parecer un gesto sin importancia, pero dice mucho de cómo es la capitana.

Siempre ha sabido cuál es su rol en cada momento de su carrera. Cuáles son los contextos. Nunca ha amado los focos. Prefiere evitarlos. Tímida, introvertida, siente incluso cierto rubor cuando recibe elogios y distinciones. Y eso que ha ganado todos los premios posibles, trofeos colectivos e individuales, en los últimos años. Y que ha sido emblema de un equipo que cambió la historia. "Prefiere que sean los otros, los que hablen de ella", dicen de ella los que más la conocen, "estamos trabajando en ello". 

Si por ella fuese, se dedicaría única y exclusivamente a jugar al fútbol, sin todo lo que ser futbolista profesional conlleva. Aunque entiende esta segunda premisa y la acepta porque sabe que va implícita en su trabajo. 

Alexia ya explicó en septiembre, cuando lideró el movimiento del ‘se acabó’ y la revolución en la selección española junto a Irene Paredes, que no habían podido ser solo futbolistas. Que eran, y son, partícipes de una lucha constante de la mujer en el deporte. Y, a pesar de no ser amiga de las cámaras ni los micrófonos, salió a dar la cara públicamente y explicar, con pelos y señales, todo lo que estaba pasando en la Federción y los cambios que pedían las futbolistas.

Habla más bien poco, mucho menos de lo que nos gustaría. También a los medios. Pero da gusto escucharla cuando lo hace. Como en esa rueda de prensa en Gotemburgo o esas declaraciones en una zona mixta improvisada en Sevilla. Siempre tiene una lección para todo. Y en el discurso también ha crecido. Directa. Clara. Concisa.

De puertas para dentro, a pesar de que no sea ella quien levante los trofeos cuando está lesionada, sigue siendo capitana. Felicitó el otro día con efusividad a Ona Batlle por lograr su primer título con el Barça. Felicitó a Martina Fernández cuando anotó su primer gol con el primer equipo. Mostró todo su apoyo, y le mandó un mensaje de ánimo, a Emma Gálvez, de la cantera, cuando se rompió el cruzado como ella.

Y ahí es donde está su grandeza. Sin hacer ruido, haciendo uso de ese arte de la discreción que la caracteriza a pesar de toda la fama que la rodea, siempre está ahí.

Ahora avanza en su proceso de recuperación. La podremos ver correr ya la próxima semana y su regreso al verde no tardará en producirse. Las negociaciones por su renovación están paradas hasta que se recupere. No quiere escuchar ofertas de otros equipos. Espera al Barça y el Barça la espera a ella.