Confidencial SPORT: Así se forjó la gesta del Girona

Carles Rosell

Al Madrid no se le gana todos los días. Ya cuesta plantarle cara, como para tener por seguro que se le podrá jugar de tú a tú a uno de los mejores equipo del planeta y al vigente campeón de Europa. Estos obstáculos se multiplican por mil si te llamas Girona FC y si acabas de aterrizar en Primera. Por lo tanto, hallar la fórmula del éxito ante una empresa difícil como esta no es fácil. Pablo Machín no quiso estrujarse el cerebro en exceso. Pasó de trazar un plan, de idear una semana diferente, de plantear el partido de otra forma. Así que la gesta se forjó desde la naturalidad. El secreto fue ese: mantener la calma y seguir el mismo camino que ha permitido al equipo de Montilivi destacar en Segunda A, lograr un ascenso a Primera e incluso plantarle cara a equipos como el Atlético, Sevilla o Villarreal.

Es evidente que la victoria del lunes anterior en Riazor inyectó una dosis importante de moral y confianza al vestuario. Los resultados no acompañaban y no se ganaba desde agosto; el 1-2 fue agua bendita para el Girona, que respiró. Sí, hubo un traspiés en Copa el jueves posterior y Machín exigió a los suyos competitividad en rueda de prensa, pero era evidente que la sombra del Real Madrid ya hacía días que asomaba por la esquina. El técnico no es un fan de las extravagancias, de los inventos a la hora de preparar los partidos. Hay un camino que le ha llevado hasta el éxito e intenta desviarse lo más mínimo. Por más que el rival de turno sea el vigente campeón continental.

No hubo entrenamientos especiales, tampoco vídeos motivacionales, ni sesiones de psicología, ni nada por el estilo. ¿Para qué? En Montilivi se apostó por la normalidad y solo eso les condujo a celebrar un triunfo para el recuerdo.

Eso sí, lo que caló en la plantilla fue la actitud con la que Machín encaró el partido. Desde el primer día, el técnico les inculcó la idea de ganar. Que sí, que era posible. Que se podía. Eso llegó al jugador, que saltó convencido al campo desde el primer minuto. Quiso hacer ver a los suyos que era posible, que compitiendo como lo había hecho en Segunda, el equipo era capaz de superar a Cristiano RonaldoIsco y compañía.

Incluso cuando las cosas se torcieron. "Este equipo se lo cree. Sabe que no ha venido aquí para estar un año, sino que quiere quedarse en Primera durante muchas más temporadas", subrayaba el propio Machín el domingo tras el 2-1. Y celebraba la "normalidad" y "madurez" con la que el vestuario había celebrado el triunfo. Idénticos ingredientes con los que se trabajó durante la semana y con las que se afrontaron los 94 minutos que duró la gesta. 

Antes, durante y después del partido en cuestión tampoco hubo cambios. El tradicional grito de guerra previo con los futbolistas haciendo piña, la arenga de Machín en el descanso ("no soy adivino, pero jugando así el fútbol tiene que darnos lo que nos merecemos", les dijo a los suyos) y los abrazos y el 'selfie' de rigor con la victoria debajo del brazo. 

Una semana tranquila en las entrañas de Montilivi, pero algo más convulsa de puertas hacia fuera. Por lo menos, así se hizo ver desde un sector de los medios de comunicación.

Se habló de un partido controvertido, de que si habría más seguridad de la normal; se temían incidentes e incluso se hizo una montaña del simple hecho que el equipo blanco no se desplazara al campo con su autobús oficial.

Se generó cierta alarma en el exteriorno en Girona, donde la gente sabe lo que hay y cómo responde la afición en cada partido. Tampoco caló en el vestuario, donde no se lo quiso dar más importancia de la que realmente tenía.

"Nos sorprendió", dice más de una voz autorizada en la plantilla. Pero sin ir más allá. Las "barbaridades" que se llegaron a oir y a leer no sirvieron para motivar todavía más a un equipo que ya lo estaba.

Lo que les llegó fue el mensaje que les llegó desde el cuerpo técnico; la confianza que hubo en ellos desde el primer día de la semana hasta el último. La normalidad con la que se actuó, pese a la enorme talla del rival. La misma receta que ha permitido al Girona luchar durante tres años por subir a Primera. La idéntica que le permitió dar la campanada el domingo con una victoria que ha traspasado fronteras y que levanta la moral de un equipo que, ahora mismo, está por las nubes.

Eso sí, a partir del miércoles, cuando los futbolistas vuelvan al trabajo para empezar a preparar el siguiente compromiso, todo seguirá igual. Ahora toca el Levante. No, no ha ganado ninguna Liga de Campeones. Ni tiene a 'The Best' en su plantilla.

Es otro rival al que toca ganar. La rutina de Machín será la misma. La de cada semana. La que sirvió para forjar una gesta que perdurará por muchísimo tiempo.