Entrenar en la élite siendo mujer

Por primera vez en la historia, seis mujeres lideran los banquillos en la Primera Iberdrola: Ana Junyent, Andrea Esteban, Iraia Iturregi, Maria Pry, Natalia Arroyo y Sara Monforte

Todas ellas hablan con SPORT sobre cómo han roto barreras, creado precedentes y abierto puertas en la élite

Las entrenadoras de la Primera Iberdrola que hacen historia en el fútbol femenino

Las entrenadoras de la Primera Iberdrola que hacen historia en el fútbol femenino / Sport

Carla Puig, Maria Tikas y Miki Soria

En el mundo de los banquillos en la élite del fútbol, poco a poco, las mujeres se están haciendo su hueco. Se han formado, han luchado y, finalmente, han encontrado su lugar. Ellas son Ana Junyent, Andrea Esteban, Iraia Iturregi, Maria Pry, Natalia Arroyo y Sara Monforte. Entrenan al Eibar, Valencia, Athletic, Madrid CFF, Real Sociedad y Villarreal, respectivamente.

Si bien ha costado –y aún está costando– normalizar el rol de las mujeres como futbolistas profesionales, todavía es más acentuado cuando se habla de liderar banquillos. Por primera vez en la historia, en la máxima categoría del fútbol femenino español, se puede ver a un total de seis mujeres entrenando y rompiendo barreras para las nuevas generaciones.

“Es un reflejo de la sociedad”, explica Ana Junyent, “en general cuesta ver mujeres en posiciones de poder o liderando en varios ámbitos”. En el deporte, todavía más. “Los hombres llevan mucho más tiempo metidos en el fútbol y juegan con ventaja”, añade Sara Monforte. Y es que, según Natalia Arroyo, también “es una consecuencia de muchos años en los que ha habido un déficit de acceso a la formación junto a una falta de interés por parte de las jugadoras al colgar las botas”.

Ellas son el camino más habitual hacia los banquillos “y no lo veían como un futuro profesional real”, comentaba Iraia Iturregi, un hecho que “está cambiando”. “Estamos avanzando y cada vez vemos a más mujeres en roles en los que se exige un liderazgo”, explica Andrea Esteban. “Es un momento de cambio de ciclo”, sentencia María Pry.

Por el momento, en España, solo podemos ver a técnicas al frente de los equipos de la Primera Iberdrola. “Estamos en una fase inicial del proceso de normalización”, explica Arroyo, y el entorno del fútbol femenino no solo expulsa menos a la mujer, sino que es más propicio a invitarla”. Para Esteban y Pry, el objetivo es “que se nos valore por nuestro trabajo independientemente de nuestro sexo” y que se hable “de capacidades, virtudes y cualidades”; “hay quien piensa que por ser mujeres no estamos suficientemente preparadas, o no tenemos la suficiente garra o intensidad. Y es todo lo contrario”.

SALTO AL FÚTBOL MASCULINO

La mayoría de estas entrenadoras se plantean, tarde o temprano, dar el salto al fútbol masculino. Algo que ya han hecho, en las prácticas, en categorías inferiores o no profesionales en el extranjero, Arroyo y Junyent. Para Monforte, este paso “hay que darlo en algún momento, simplemente tienes que estar capacitada y saber adaptarte al equipo”. Y acaba sentenciando Esteban: “La mujer a la que le toque derribar esta barrera va a tener una responsabilidad muy grande y ojalá llegue pronto”.

La clave, según Arroyo, es que “al final de cada promoción haya un porcentaje mayor de entrenadoras”. La técnica de la Real Sociedad no visualiza una proporción completamente equitativa, pues “tampoco refleja a la cantidad de mujeres formadas e interesadas”, lo importante es que “cada vez haya más mujeres tanto en el fútbol femenino como en el masculino”.

DEL CÉSPED AL BANQUILLO

Las seis entrenadoras de la Primera Iberdrola empezaron su andadura en el fútbol como jugadoras. El patrón más habitual para llegar a liderar un banquillo. Si bien en el deporte masculino era impensable que los técnicos carecieran de la formación necesaria para dirigir un equipo, sí ha sido una práctica vista hasta ahora en el femenino. Así lo explica Esteban: “Antes daba la sensación que, cuando había las personas al frente de un equipo de mujeres, era porque no encajaban en otras posiciones de un club, algo que está cambiando porque ahora cada vez más los entrenadores formados quieren hacer carrera específicamente en el fútbol femenino”. 

La profesionalización, según Iturregi, contribuye “a que las jugadoras estén mejor preparadas y las entrenadoras también, porque la exigencia es mucho mayor”. De hecho, son varias las futbolistas que ahora están en activo que puedan ver en el fútbol femenino una salida laboral al terminar su carrera. Algunas de ellas, como reconoce la técnica del Athletic Club, ya se están formando para seguir vinculadas al deporte rey una vez cuelguen las botas, ya sea como entrenadora, analista, fisioterapeuta, readaptadora o para un cargo más institucional como el de directora deportiva.

Preguntadas por nombres propios con madera de entrenadora, se repiten los de futbolistas más veteranas como Vero Boquete, Erika Vázquez, Vane Gimbert y Marta Unzué, así como los de más jóvenes como Iris Arnaiz o Bea Prades, que destacan por su capacidad de liderazgo y visión del juego en sus respectivos equipos.

SIN REFERENTES CLAROS

A falta de referentes femeninos claros en los banquillos, para la mayoría de estas entrenadoras tuvieron una gran relevancia sus primeros instructores. Luis Carrión para Monforte, Maider Castillo para Esteban, Pili Vargas para Pry o Silvia Roca para Arroyo. Técnicos de renombre mundial como Pep Guardiola, para Junyent, o Luis Enrique, para Esteban, también han tenido una gran influencia en su forma de ver el fútbol.

Iturregi confiesa que “en Lezama siempre hemos tenido la suerte de tener grandes profesionales y, como la estructura del fútbol masculino y femenino están tan unidas, ha sido muy fácil hablar y aprender unos de otros”. 

Ahora son ellas quienes están rompiendo esa barrera y convirtiéndose en espejos donde las futuras generaciones puedan mirarse. A Natalia Arroyo, reconoce, se le acercan a veces niñas al terminar los partidos en Zubieta: “Quieren que te pares, que hables con ellas, te piden fotos… Esto te recuerda que estás abriendo una posibilidad, un camino, y a mí me genera una responsabilidad en lo que hago, porque estoy sirviendo de ejemplo para alguien que en un futuro querrá dedicarse a ello y no hay que hacer el trabajo de cualquier manera”.

Para Junyent, es cuestión de sororidad: “Yo solo quiero lo mejor posible para que todas las chicas tengan opciones. Pienso que como mejor nos vaya a las mujeres en los banquillos, más fácil lo tendrán las que vienen”. El camino justo empieza aquí.