Las torturas más crueles de la Inquisición: despellejamientos, ratas y torturas sexuales

La malvada mente de los inquisidores no tenía fin

Inquisición Española

Inquisición Española / SPORT.es

La Inquisición española fue creada, previa autorización del Papa Sixto IV, por los Reyes Católicos en 1478. Hasta la fecha de su abolición en las Cortes de Cádiz en el año 1813, fueron muchas las personas ajusticiadas por esta institución.

Bajo el objetivo de defender la fe y a la sociedad que estaba amenazada por los herejes, la Santa Inquisición puso en marcha diferentes métodos para lograr tal fin. Algunos personajes importantes como Galileo Galilei o Juana de Arco tuvieron que pasar por sus tribunales.

En la actualidad, recordamos a la Inquisición no solo por los cadáveres que ha dejado en Europa, sino también por el uso de multitud de instrumentos de tortura que eran capaces de sacar confesiones a homosexuales, presuntas brujas o blasfemos.

En la mayoría de los casos no solo servían para humillar a la víctima, sino que acababan por causar su irremediable y dolorosa muerte. Hoy te acercamos a algunos de los métodos de tortura más populares que buscaban que los individuos fueran piadosos y de carácter inquebrantable.

El toro de Falaris

Seguramente sea uno de los métodos de castigo más antiguos del mundo. Se atribuye a Falaris, tirano de Acragas en Sicilia. Los ajusticiados eran metidos en el interior de una estatua con forma de toro, la que se colocaba encima de una hoguera. Esto producía que la temperatura del toro aumentara.

Los gritos de las víctimas quemándose vivas salían por la boca del toro y parecía como si estuviese mugiendo. Según la leyenda su diseñador, Perilo, murió de tal manera tras presentar su propia creación.

El aplasta pulgares

Uno de los instrumentos de tortura más simples y efectivos es de origen veneciano. Los dedos de las manos y a veces de los pies se introducían en un instrumento metálico y se aplastaban uñas, falanges y nudillos de manera progresiva. Así, se extendía el dolor durante días.

El potro

Según el historiador Henry Kamen, este fue uno de los instrumentos de tortura más utilizados por la Inquisición Española. El acusado era atado a una baqueta con cuerdas en torno al cuerpo y las extremidades y, controladas por un verdugo iba apretando estas cuerdas.

La doncella de hierro

Fue uno de los más crueles pero no de los más utilizados. Consistía en introducir al preso en un sarcófago con forma humana que tenía dos puertas y contaba con pinchos metálicos que, al cerrar la puerta del ataúd de golpe, se clavaban en la carne del reo. Las agujas hacían que el preso se desangrase poco a poco.

La pera vaginal, oral o anal

Este instrumento tenía forma de pera y se introducía en la boca, vagina o ano del reo. La oral se aplicaba a predicadores heréticos y reos de tendencias antiortodoxas, la vaginal a las mujeres culpables de las relaciones con Satanás o con uno de sus familiares y la anal a los homosexuales pasivos.

La tortura de la rata

La víctima yacía tendida sobre la cama o una superficie plana. Encima se colocaba una jaula o caja, con una abertura en la parte inferior, con ratas en su interior. A esta caja se le aplicaba una fuente de calor que comenzaba a quemar a las ratas, para poder abrirse paso tenían que comer la carne y los órganos de la víctima.