Historia SPORT

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En gravel por el paraíso de los Monegros

La Orbea Monegros es la marcha cicloturista no asfaltada que reúne año a año a 8.000 participantes y que cada vez recibe a un mayor número de personas con las nuevas bicis que han revolucionado el cicloturismo

Imagen de la Orbea Monegros

Imagen de la Orbea Monegros

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Son como pequeñas máquinas voladoras donde el motor está en las piernas pero el diseño en las cabezas de los ingenieros que hace unos pocos años decidieron idear una bici que permitiese ir más rápido, igual de seguro, mientras se pedalea por cualquier terreno, con o sin asfalto, y que sorprende a los menos iniciados en temas ciclistas cuando descubren a un cicloturista por un camino de tierra sobre una bici de gravel, similar a las que usan los corredores que afrontan carreras como el Tour o la Vuelta, y hasta le indican con señales que se ha equivocado, que no hay asfalto y que busque el auxilio de la carretera.

Cada vez hay más cicloturistas, los ‘gravelistas’ como ya se les denomina, por cualquier ruta no asfaltada en España, en Europa y en Estados Unidos. La mayoría de exciclistas profesionales ya se ha dejado seducir por este tipo de bicicletas que, contrariamente a lo que algunos creen, no nacieron como hijas del ciclocrós, sino gracias a los avances precisamente de la carretera y de pruebas como la París-Roubaix.

Las marcas impulsan las bicis de gravel y buena parte de los comercios iluminan su economía con la venta de este tipo de bicicletas junto a las ebikes, como se conocen a las bicis eléctricas, también cada vez más avanzadas, con mayor autonomía en las baterías y más ligeras de peso.

Hace dos décadas cuando se celebró la primera edición de la Orbea Monegros, la marcha cicloturista más multitudinaria que se realiza en España (supuestamente) con bicicletas de montaña -las popularmente conocidas como ‘mountain bikes’-, nadie entre los creadores podía imaginar que, en 2024, en la 22ª edición de la prueba, buena parte de los participantes realizaría el reto con bicicletas de gravel. Incluso, pese a que se trata de una carrera sin carácter competitivo, donde no hay ni copa ni podio para el que cruza la línea de meta en primera posición, los que afrontaron el desafío con el ánimo y el afán de hacerlo con el mejor tiempo, lo hicieron con las bicis de gravel porque sabían que, pese a estar penalizados en los largos descensos, volarían en el llano y superarían las subidas de manera más ágil y mucho más rápido.

8.000 participantes en la Orbea Monegros

8.000 participantes en la Orbea Monegros / -

Casi ni la edad cuenta cuando se pedalea con una bici de gravel, ya sea en los Monegros, en un desierto convertido en un barrizal el 27 de abril de 2024, o en cualquier camino peninsular. Es una maravilla. Es la expresión que acostumbra a decir cualquier ‘gravelista’, que anteriormente había probado las bicis de carretera y las de montaña. Y mucho son los que han sufragado la inversión a la hora de adquirir este tipo de bicicletas con las ventas en segunda mano de sus modelos destinados al asfalto y la tierra.

Un reto personal

Este periodista quiso afrontar el reto de participar en la Orbea Monegros, después de años de no colocarse un dorsal. Entre 8.000 participantes había que rodar con discreción, sufrir en las cuestas y aplicar la falsa teoría que un día divulgó Jacques Anquetil y que decía que para ganar el Tour había que subir con fuerza y bajar con cautela, algo que ni él se creía. Porque la prueba tenía entre los 79 kilómetros de desafío, si se escogía la modalidad de medio maratón, unos 50 de llano, donde uno se imaginaba que volaba con una Orbea Terra, probada para la ocasión, mientras sentía en el cuerpo una extraña sensación de felicidad que compensaba la angustia de las subidas y el temor en las bajadas.

El gravel llegó un día para quedarse y hasta para que las carreras profesionales, léase Tour y Giro, comiencen a diseñar cada año alguna etapa con tramos de tierra donde las marcas que apoyan a los equipos ofrecen a los ciclistas material preparado para el gravel. Esta temporada, sin ir más lejos, alguna escuadra profesional afrontó la París-Roubaix con bicicletas de gravel como primera experiencia realmente seria en la máxima línea del profesionalismo.

Evidentemente, a un exciclista profesional, que ha cuidado la forma tras colgar la bici sólo de manera aparente, es imposible seguirlo y más si monta una bici de gravel. Sino que se lo pregunten a todos los que tratan de mantenerse cerca de Alejandro Valverde.

Pero contemplar los paisajes de los Monegros, manchar la bicicleta de barro hasta lo inimaginable y cruzar la meta tras cuatro horas de esfuerzo, es una experiencia única para los que aman y practican este deporte y ya se han dejado seducir, como si de un amor se tratara, por el placer de pedalear con una bicicleta de gravel.