¿Puede el fútbol moderno acabar con la moral del Alcoyano?

El propietario del Alcoyano quiere comprar el CF La Nucía, recién descendido a Tercera RFEF

Se especula con un intercambio de plazas que pone en riesgo la continuidad del histórico club de Alcoy

Un partido del Alcoyano en El Collao

Un partido del Alcoyano en El Collao / CD Alcoyano

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Si hablamos de la moral en el fútbol hay que hablar de un histórico, el Club Deportivo Alcoyano. La entidad alicantina, que llegó a jugar en Primera en los años 40 del pasado siglo, es por ello algo más que un club.

Pero el fútbol moderno puede llevarse por delante a una entidad con toda su historia, por mucha moral que tenga un club que, recientemente, eliminó al Real Madrid en la Copa del Rey.

Juan Carlos Ramírez, propietario del Alcoyano, quiere hacerse con el CF La Nucía para evitar su desaparición, recién descendidos los del Camilo Cano a Tercera RFEF y en una dramática situación monetaria.

El futuro de la SAD nuciera pasa por la solicitud de la declaración de concurso voluntario de acreedores, ante una deuda de más de dos millones de euros que no tiene capacidad para saldar.

El soporte financiero de Ramírez ha de permitir que la entidad no baje la persiana a corto plazo, si bien esa ayuda se centraría en el fútbol base. Con el primer equipo hay más dudas.

Ramírez se reunió con la primera plantilla de La Nucía para señalar que su intervención se limita a dotar a la entidad de la liquidez necesaria para permitir que el fútbol base rojillo siga funcionando.

Este desembarco de Juan Carlos Ramírez en La Nucía tiene una 'víctima' colateral de peso: ¿Qué pasará con el Alcoyano? 

El empresario vasco es, desde la pasada temporada, máximo accionista del club tras inyectar 1,2 millones de euros que evitaron la desaparición de la entidad.

La cuestión es que Ramírez ha de pagar casi millón y tres cuartos más para garantizar que los de El Collao seguirán vivos como club de fútbol. Se especula en Alcoy con un cambio de domicilio, que no fusión con el CF La Nucía, lo que supondría el traslado de la plaza y, en la práctica, la desaparición de un histórico.

Las pésimas relaciones entre el nuevo dueño del Alcoyano y el ayuntamiento de la localidad, con promesas incumplidas y reproches entre las partes, son otro argumento para el pesimismo. Aquí no hay moral que valga.

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