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Messi confía en su padre, pero las condiciones las pondrá él

Leo y Jorge Messi, durante su comparecencia en la Audiencia de Barcelona

Leo y Jorge Messi, durante su comparecencia en la Audiencia de Barcelona / sport

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Leo Messi es un caso atípico en el fútbol. Se aparta de la norma. Tiene sus características peculiares. Vive en un mundo propio, marca sus normas y sigue el camino que le dicta la intuición. No le preocupa el entorno ni le interesa lo que se dice de él. Ha conseguido algo que consiguen muy pocas personas. Estar por encima del bien y del mal. Va a su aire, a su bola. Solo tiene dos referentes, su amor platónico por el fútbol y la pasión por ejercer como jefe de familia. La compañía de Antonella y la llegada de los hijos le han dado una nueva dimensión a su vida. Antes todo era fútbol, ahora hay mucho más. Ser papá le da una felicidad enorme. Es importante valorar estos condicionantes a la hora de plantear la negociación de su renovación. Entre otras cosas, porque Messi no es como los demás, no tiene representante, tiene padre. Un representante busca el mejor contrato económico para su jugador. Un padre busca por encima de todo un contrato que haga feliz a su hijo aunque naturalmente no olvidará el money. La negociación es diferente, habrá más sentimiento, más fidelidad, más comprensión. El solo hecho de que se sienten cara a cara el padre del crack y el presidente del club ya marca diferencias, las dos partes se conocen tanto que los antecedentes y los valores prevalecerán sobre los números. Jorge Messi sabe que es el último gran contrato de su hijo. Y hará exactamente lo que le diga Leo que tendrá la última palabra en todo. No en vano, en los últimos años ha tomado las riendas de su familia y decide con criterio propio. Tiene experiencia y madurez. Sabe lo que quiere para ser feliz. Sabe que lo puede conseguir y también sabe que no le pueden negar lo que se ha ganado en el campo. Negociará el padre pero será como si Leo estuviera sentado en la mesa ya que las condiciones las pondrá él.

Hoeness, de la cárcel a la presidencia del Bayern de Múnich

E n Alemania pasan cosas que en España parecen imposibles. Aquí, las personas que pasan por la cárcel quedan marcadas para siempre. Allí, cumplir una condena no es obstáculo para recuperar su posición en la sociedad. Es el caso de Uli Hoeness, el que fuera presidente del Bayern del 2009 al 2014 fue condenado a tres años y medio de prisión por evadir 27 millones de euros en sus negocios particulares. Pues bien, después de cumplir una condena de 21 meses entre rejas y pagar su deuda fiscal, ayer fue proclamado de nuevo presidente del primer club alemán en una asamblea a la que acudieron 7.000 socios. Y lo más curioso es que fue elegido como candidato único aupado por sus amigos Beckenbauer y Rummenigge que le han defendido a capa y espada alegando que merecía una segunda oportunidad.

En España los presidentes de club que han tenido que pasar por la cárcel por la mala gestión de sus negocios particulares, automáticamente han quedado fuera de circulación. El primero fue Vila Reyes en 1969 por el caso Matesa, después Jesus Gil por sus negocios sucios en Marbella y más recientemente Josep Lluís Núñez y José Mª del Nido. En cambio Hoeness vuelve a la presidencia del primer club alemán rehabilitado. Los aficionados consideran que ya ha pagado por lo que hizo y reconocen que hizo un buen trabajo al frente del Bayern como presidente.