Un año después se cerró el círculo

Mourinho hizo las paces con Tito Vilanova... y con 'The Observer'

Los tres protagonistas de una imagen histórica coincidieron de nuevo en el escenario donde todo ocurrió

Iván San Antonio

No es lo mismo meter el dedo en el ojo que dar una colleja cuando te han metido el dedo en el ojo. No es lo mismo. No es lo mismo ser indultado por agredir que por repeler una agresión. No es lo mismo. Tampoco es lo mismo ganar insultando que ganar elogiando. No es lo mismo. No es lo mismo lo que transmite el Barça que lo que transmite el Real Madrid. Porque existen las siete diferencias desde que se inventaron los cómics y porque ser educado no es lo mismo que no serlo.

Cuando Tito Vilanova dice que esas imágenes, las que provocó Mourinho y no él, son el peor castigo para ambos se equivoca. Porque el pone en el mismo saco su actitud y la de su agresor. Una pancarta lo resumía todo: "No és un indult, és un insult". Pero Tito es un hombre de Bellcaire criado en L'Escala y poco rencoroso. El entrenador del Barça fue quien se acercó al banquillo del Real Madrid para saludar a su 'colega'. Mou le ofreció cuatro dedos más de los que le había ofrecido hacía un año, Tito los aceptó y encajaron sus manos. El técnico blaugrana incluso le dio una palmadita cariñosa al portugués, que la aceptó con una sonrisa al estilo del Fary comiendo limón.

Mou, poco después, se escondió en el banquillo, donde pasó los minutos sentado, escribiendo en su cuaderno las idas y venidas del encuentro. Pero como ni allí puede dejar de ser él, cada vez que tenía la ocasión gritaba indignado al cuarto árbitro. El público se lo recriminaba recordándole su nacionalidad y la de su compatriota Cristiano Ronaldo. Cuando la primera mitad languidecía, Mourinho aparecía pensaroso en su butaca, con el dedo índice, el ya famoso por su ataque indecente, pegado a la boca. Como quien pide silencio, pero de forma horizontal.

'The Observer'

Mourinho se marchó antes de tiempo al túnel de vestuarios. El descuento prefiere verlo cerca de la salida. Fue en ese escenario donde se produjo una de las imágenes de la cálida noche. Allí se hicieron amigos dos de los tres protagonistas de una instantánea histórica. El del bigote, el observador, 'The Observer' también tuvo su reencuentro con el luso. Y como había pasado con Tito Vilanova, el encargado del túnel de vestuarios del Camp Nou intercambió algunas palabras y una media sonrisa con su interlocutor. A partir de ahí, los literatos del Twitter afilaron sus plumas para sacar punta al episodio. Solo Francesc Satorra y Jose Mourinho saben lo que se dijeron, quizá nada importante. Seguramente nada trascendental, pero gracioso al fin y al cabo tras lo vivido entre ellos... y Tito Vilanova.

El técnico del Real Madrid siguió el guión del primer tiempo en el segundo: sentado en el trono del banquillo visitante como si estuviera en el sofá de su casa. Solo salía para quejarse o dar algunas instrucciones a sus jugadores. Cada vez que lo hacía, el Camp Nou le recordaba que lo vigilaba de cerca. Sonrió con el gol de Cristiano Ronaldo y el de Di María y se mordió el labio con los del Barça. Tito también sonreía. Por dentro. 'The Observer' seguía impasible. Y el Camp Nou le recordaba a Mou su nacionalidad. Una y otra vez. n