¿Es nuestra casa tan confortable como parece? La mayoría de nosotros pensamos que tenemos el hogar perfecto en lo que respecta a comodidad. Pero, ¿sabes que la temperatura ideal en invierno puede ser diferente de lo que piensas? A continuación te explicamos por qué es importante y cómo puedes mantenerte cómodo y ahorrar dinero al mismo tiempo.
Con la subida de los precios de la energía, muchas familias se encuentran en la difícil disyuntiva de mantener el calor de sus hogares o proteger sus bolsillos. Lo cierto es que unas temperaturas demasiado bajas pueden provocar problemas de salud, un desafortunado dilema que causa preocupación ya que a su vez nos intentamos mantener a salvo en medio del aumento de los costes.
Y es que el frío puede poner a nuestro cuerpo en una situación precaria, aunque eso ya nos lo decían nuestras abuelas. Cuando bajan las temperaturas, el cuerpo contrae los vasos sanguíneos y se crea un entorno propicio para contraer enfermedades. Resfriados, tos, gripe, congestión nasal son los más populares pero la lista es más amplia: rigidez muscular, dificultad motora, problemas respiratorios, hipertensión y mayor riesgo de accidentes cardiovasculares.
Así, debemos extremar las precauciones para mantenernos sanos durante los meses más fríos.
¿Por qué es importante la temperatura ideal?
Es posible que pienses que, mientras te sientas cómodo, ¿realmente importa cuál es la temperatura ideal? Después de todo, ¿la comodidad no es subjetiva?
En realidad, no. La temperatura ideal no es sólo una cuestión de comodidad, sino también de eficiencia y salud.
La temperatura ideal para el hogar depende de varios factores, como la época del año, la temperatura exterior y preferencias personales. Durante los meses de invierno se recomienda 21 grados durante el día y 17 por la noche.
Para los que viven en climas más fríos o a mayor altitud, donde las temperaturas descienden más, la ciencia recomienda subir a 22°C durante el día y situarse entre 18 y 20°C al anochecer. En todo caso, manteniendo unos niveles óptimos de humedad del 40%-60% para evitar resecar las vías respiratorias.
Los expertos sugieren no bajar de los 18°C. No sólo es incómodo, sino que puede llegar a provocar problemas más graves (incluso hipotermia).
Además, hay que tener en cuenta que los meses fríos pueden ser especialmente difíciles para los ancianos y los más pequeños, ya que sus cuerpos no son capaces de generar suficiente calor por sí solos y en estos casos se recomienda una mayor temperatura.
Ambientes domésticos fríos y enfermedades
Al margen de las archiconocidas enfermedades respiratorias asociadas al frío, conviene saber que varios estudios epidemiológicos han revelado una clara relación entre los ambientes domésticos fríos y una mayor probabilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Hay varios factores en juego. En primer lugar, las bajas temperaturas ambientales en el hogar provocan un aumento de la presión arterial, ya que el cuerpo intenta mantener su temperatura central. Esto puede ser especialmente perjudicial para las personas con afecciones cardiacas preexistentes. Además, el aire más frío tiende a contener menos humedad, lo que provoca sequedad en las vías respiratorias y la piel. Esta sequedad aumenta el riesgo de inflamación del sistema cardiovascular.
Por otra parte, se ha argumentado que los niveles más altos de ropa asociados a temperaturas más frías podrían ser un factor de aumento de la rigidez arterial, un fenómeno estrechamente relacionado con la morbilidad y la mortalidad cardiovascular. Es lógico, pues, que las personas que viven en hogares más fríos puedan sufrir hipertensión arterial por llevar capas de ropa más pesadas durante largos periodos de tiempo a lo largo de los meses de invierno.
Además de los efectos físicos, vivir en una casa fría también puede influir en la salud mental. Los espacios domésticos más fríos pueden provocar sentimientos de incomodidad o depresión que, según las investigaciones, podrían conducir a cambios de comportamiento más graves, como fumar o comer en exceso, dos importantes factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Por último, una temperatura interior más baja puede llevar a la gente a adoptar comportamientos como pasar más tiempo en casa acurrucados alrededor de calefactores, reduciendo así las oportunidades de realizar actividad física y ejercicio, componentes fundamentales para mantener sanos el corazón y el sistema circulatorio.
Estos riesgos no deben tomarse a la ligera, sobre todo en el caso de las personas con enfermedades cardiacas, ya que incluso un ligero aumento de la temperatura interior puede tener consecuencias que cambien su vida en lo que respecta a la salud y el bienestar.
¿Cómo puedo ahorrar dinero y mantenerme cómodo?
Hay algunas cosas que puedes hacer para asegurarte de que tu hogar sea lo más confortable posible mientras te mantienes cerca de la temperatura ideal. Lo principal es revisar el aislamiento térmico de la vivienda, controlar todas y cada cada una de las entradas de frío.
Con calefacción se recomiendan utilizar un termostato programable para ajustar automáticamente la temperatura en función de la hora del día y de si hay alguien en casa. Esto puede ayudar a no malgastar energía.
Otros trucos son:
- Mantener persianas y cortinas abiertas mientras haya sol, para retener ese calor, y hacer lo contrario cuando se vaya.
- Cerrar habitaciones desocupadas.
- Utilizar alfombras para aislar el frío.
- No tapar radiadores con muebles o sofás.
- Tapar o revestir las paredes más frías.
- Utilizar cortinas con forro térmico.
- Poner paneles reflectante para el radiador.
En general, es importante tomar las precauciones necesarias contra las consecuencias para la salud asociadas a las bajas temperaturas, de modo que estemos seguras y sanas durante todas las estaciones, independientemente de las condiciones meteorológicas. Hay una temperatura ideal para el hogar en invierno, y vale la pena tratar de mantenerse cerca de esa temperatura siempre que sea posible.
