¿Por qué los tenistas deben vestir de blanco en Wimbledon?

Wimbledon es el más antiguo de los cuatro Grand Slam del mundo del tenis

Un hecho que le aporta una serie de tradiciones y liturgias a las que hay que remontarse hasta sus inicios para entender

Nadal y Federer durante un partido en Wimbledon 2019

Nadal y Federer durante un partido en Wimbledon 2019 / EFE

Albert Briva

Albert Briva

Wimbledon es sin duda el torneo más especial del calendario tenístico. El tercer Grand Slam de la temporada y único que se disputa sobre hierba, es por muchos motivos el torneo más icónico y peculiar de la historia del tenis.

Hay que remontarse hasta 1877 para encontrar los orígenes del Grand Slam más antiguo de los cuatro. Un grupo de caballeros se reunió en el All England Lawn Tennis and Croquet Club para disputar un torneo que perdura todavía en el tiempo. Fue en 1884 cuando también se abrió el cuadro femenino.

Los 22 deportistas que se reunieron por primera vez sobre la hierba que sigue albergando a día de hoy el torneo de Wimbledon, se vistieron completamente de blanco, en un acto que podría interpretarse como casualidad, aunque la realidad se debe a un criterio de clases sociales.

Por aquel entonces, las manchas de sudor estaban mal vistas entre la sociedad, por lo que se utilizaba la vestimenta de color blanco entre las clases altas al ser la tonalidad que más disimula el sudor. Este hecho que empezó siendo una pura funcionalidad clasista acabó por converitrse en una tradición que es a día de hoy una de las normas más intocables del código del torneo.

Una norma que además se ha ido restringiendo cada vez más. En 1995, debido a la tendencia cada vez más al alza de usar diferentes tonalidades de blancos, el torneo estipuló como ley el uso del 'blanco puro' en la equipación. A partir de 2014, la regla comenzó a contemplar también los accesorios, prendas íntimas y hasta las suelas de las zapatillas de los jugadores.

Los rebeldes al blanco

No todos los tenistas han aceptado dicha norma a lo largo de la historia y algunos han tratado de desafiar la imposición del blanco. El caso de Andrea Agassi fue el más drástico y sonado, puesto que el tenista norteamericano se negó a jugar entre 1988 y 1990 debido a que no estaba dispuesto a renunciar a sus vestimentas de colores por los que era tan conocido. Pese a ello, acabó por sucumbir a su resistencia e incluso llegó a alzarse con el título en 1992.

Pero el de Agassi no fue el único caso sonado en la historia de Wimbledon y el color blanco. Por muy sorprendente que parezca, Roger Federer también tuvo su controversia en 2013, cuando fue reprendido en 2013 por utilizar unas zapatillas cuya suela naranja resaltaba demasiado para los estándares del torneo. Un hecho por el que se vio obligado a cambiar el modelo a partir de segunda ronda.

Y como en toda lista polémica en el mundo del tenis no podía faltar el nombre de Nick Kyrgios. El australiano ha sido el último en sumarse a la lista de controversias con el color blanco. Fue durante la edición del año pasado, cuando alcanzó la final, en la que fue amonestado por romper el código de vestimenta al ponerse una gorra de la marca Jordan y unas zapatillas, ambas rojas, para hablar al público tras terminar su encuentro de cuarta ronda. Lejos de reaccionar, asumió el hecho argumentando, "Esto es más atención para mi. Como dicen, toda la publicidad es buena. Así que lo voy a seguir haciendo".