Debajo del karategi

Sandra Sánchez, campeona olímpica y mundial de kárate, estrena el martes un documental en el desvela aspectos inéditos de su carrera

Sandra Sánchez, campeona olímpica y mundial de kárate, estrena el martes un documental en el desvela aspectos inéditos de su carrera

Sandra Sánchez, campeona olímpica y mundial de kárate, estrena el martes un documental en el desvela aspectos inéditos de su carrera / JL Roca

Carme Barceló

Carme Barceló

“¿Cuando publicas la entrevista? ¿El sábado? ¡Pues va a ser todo un regalo de cumpleaños!”. Que sean felices, Sandra. Feliz vida, campeona. Parte de ella la veremos en este documental que estrena el próximo martes y en el conoceremos qué hay debajo de su karategi.

Subida a los podios, coleccionando medallas olímpicas y mundiales y con esa sempiterna sonrisa que esconde lo mucho sufrido, este relato audiovisual nos permitirá conocer el antes y el ahora de una deportista única. “Puede que sí, que te emociones al verlo. Ahí he dejado parte de mi corazón”, me reconoce.

Lo cierto es que poco se sabe y mucho debería conocerse el devenir de Sandra Sánchez. Camina en paralelo al de muchas mujeres a las que apartaron, menospreciaron y no quisieron creer. Hasta los 32 años no formó parte del equipo nacional. Antes, casi todo fueron barreras, ‘noes’ y desprecios. Siguió luchando aunque “no es tan fácil.

Esos momentos duros quedan reflejados en el documental y en mi piel”. Una carrera legendaria y una retirada a los 41 años que sólo se refleja en los papeles oficiales. “Me hablaban tanto de lo que podía suponer - confiesa- que me daba hasta miedo. Pero me preparé bien y a lo largo de 2022 pude despedirme aquí, en Europa y en los Juegos Mundiales. Soy mujer de proyectos. Esta cabecita no para nunca así que ahí me tienes, con seminarios por todo el mundo y un marido (que es mi entrenador) que quiere ponerme un botón para pararme. Pero eres karateca para toda la vida. Esto es así”.

Sánchez no es ajena al día a día y sigue de cerca una realidad, la del fútbol femenino, que ella también ha vivido en sus carnes. “No soy madre pero tengo conciencia de lo que viven las demás -asegura-. En mi caso, tuve que hacerle ver a la Federación Mundial que había que buscar una forma de conciliar y, también, que las karatecas no perdiéramos puntos por estar un año de baja por maternidad. Si desaparezco varios meses por tener un hijo, ¿qué hago? ¿Me quitas todo lo que he conseguido? Conseguí que hablaran de un tema que nunca se había puesto sobre la mesa porque todos eran hombres”. Sandra suma. Siempre.

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