Cristiano - Florentino: ¡Es la guerra!

Alejandro Alcázar

Alejandro Alcázar

La prensa portuguesa amanecía ayer con la misma información de hace un año, “Ronaldo se va del Madrid”. En esta ocasión eran las portadas de ‘Record’ y ‘Correio da Manha’, mientras que ‘A Bola’ daba esa misma primicia hace 12 meses con “Ronaldo quiere abandonar España”.

Un año en el que las relaciones entre el presidente Florentino Pérez y el astro portugués han ido a peor. El dirigente, porque se niega a pagar lo que pide, y el jugador, porque se siente ofendido por no cobrar como el que mejor. No se pueden ni ver. Lo suyo es una relación comercial pura y dura. De la mano son un imán para los negocios.

Florentino pone la marca Real Madrid a su servicio y lo rodea de estrellas que juegan para que meta el mayor número de goles posibles. Y él, Cristiano, hace funcionar su maquinaria mediática para fabricar elogios, venderse y expandir su marca CR7 que comparte en un porcentaje con el club.

Más allá, en el cuerpo a cuerpo, no se soportan. Hay sobrados ejemplos en los nueve años que llevan juntos. Un matrimonio que nacía torcido por ser un fichaje de Ramón Calderón.Florentino Pérez se lo encontró cerrado cuando llegó. Un galáctico fichado por su rival y oponente que nunca llegó a digerir.

Dos personalidades fuertes de ideas claras y objetivos fijos. El dirigente quiere ser el otro don Santiago Bernabéu y el futbolista, el otro Alfredo di Stéfano. Inscribir sus nombres en la historia del club y, a ser posible, por encima de sus referentes. El problema es que sus guerras no dejan de salpicar al club por culpa del dinero, por el que tienen verdadero culto.  

Amenazas

El último encontronazo ya ni altera al madridismo. Una afición acostumbrada a verlos enzarzados amenazándose con romper el matrimonio. El último episodio es un calco a los anteriores. Jorge Mendes, agente del jugador, reclama una subida de sueldo. Pide ganar el doble argumentando que fue una promesa del presidente tras ganar la duodécima en Cardiff.

El club responde que le subirá, pero no los 16 millones que pide, de 21 a 37, para ponerse a la altura de Neymar y renunciando incluso ganar lo que Messi, 44. Que la subida no llegará a los 30 millones. La respuesta es recibida como una ofensa y filtra en su país lo mismo que hace un año, que se va del Madrid.

Muy bien. Que se vaya. “Trae el dinero para fichar a Neymar”, retumban los cimientos del Bernabéu. Mil millones y adiós. En el club creen que no tiene ninguna oferta. Un jugador caro, mayor y que pide ganar lo que nadie puede pagar. Un atleta que se cuida y que sigue marcando goles como churros, pero que cumplirá 34 años durante la temporada que comienza.

Es una inversión de riesgo y Florentino lo sabe. Cristiano, también. Están condenados a entenderse porque juntos son una máquina de hacer billetes. Pero filtra que su salida es “irremisible”, como hace un año. “Cristiano está preso en el Madrid”, decía otro portugués, Mourinho, que le recibiría con los brazos abiertos en Manchester, adonde CR7 le gustaría regresar; porque Italia y Francia, como dicen esas informaciones, no las observa salvo que le paguen la pasta que pide y el Madrid no le paga.