El último romántico de la Premier League

El Burnley despidió al viernes a Sean Dyche tras casi 10 años en el cargo, y un impacto en el club que incluso provocó reacciones en bares de la ciudad

En 2019, los 'clarets' eran uno de los pocos equipos de la liga sin deuda. Tras la llegada de capital americano, los números del club han empeorado

Burnley | AFP

Burnley | AFP / El Burnley solo ha podido lograr una victoria en 21 partidos de Premier League | AFP

Pol Ballús

Pol Ballús

El pasado viernes despidieron a Sean Dyche y sacudieron varios de los cimientos sobre los que se sustentaba la ciudad de Burnley. El carismático técnico llevaba casi diez años en el banquillo de Turf Moor, más que ningún otro entrenador de la Premier. Por el camino han pasado muchas cosas: Llegó en 2012. Les ascendió a primera en 2014. Descendió en 2015, pero el club ni le cuestionó y Dyche los devolvió a la élite un año después. En 2018, tocó el cielo. Acabó séptimo y llevó a los 'clarets' a la Europa League, hazaña que le otorgó un honor al alcance de muy pocos.

Los dueños del bar The Princess Royal, a escasos cinco minutos a pie del estadio del Burnley FC, decidió rebautizar su bar en honor a Sean Dyche. Desde 2018, se llama The Royal Dyche (El Dyche real). La noticia del viernes dejó a la ciudad consternada, y evidentemente también al ‘pub’. “Nadie puede quitar todo el gran trabajo que nuestro míster ha hecho en los últimos 9 años, así que podemos confirmar que este bar se seguirá llamando The Royal Dyche”, confirmaron en un comunicado replicado en varios medios nacionales.

El pub sirve de ejemplo del sentir de toda una ciudad. Pese a ser antepenultimos en la tabla con 25 puntos en 31 partidos, la destitución de Dyche es tan sólo el último episodio de la pérdida de identidad del club, que ha pasado de ser un club único dentro y fuera del campo, a una empresa más de la impasible industria del fútbol.

El estilo táctico del Burnley era inconfundible. 4-4-2, pocas tonterías y mucho corazón. Nadie esperaba finos estilistas en Turf Moor, tampoco los pedían. Hacían lo suyo y les iba más o menos bien. Fuera del campo, más de lo mismo. En una liga dominada por macrofortunas, el Burnley anunció en 2019 que era uno de los pocos equipos de la liga sin deuda alguna. Tenían 40 millones de libras en el banco y no debían ni un céntimo a bancos. Hasta hace poco.

En diciembre de 2020, el grupo inversor americano ALK compró el 84% de las acciones del Burnley por un valor aproximado de 240 millones de euros. El problema es que, de su bolsillo, sólo desembolsaron 123. El resto llegaron procedentes de préstamos, a devolver con intereses. Esta deuda, desde la formalización de la compra de ALK, se adjudicó al club.

El actual presidente, Alan Pace, reconoció hace semanas en una entrevista que si acaban descendiendo deberán vender a sus estrellas. Que la situación es la que es, y la economía prima por encima del resto. Por esto la afición no lo puede creer. “Estamos destinados a descender, y quizás no regresemos nunca más a la Premier League”, sentenció el aficionado Charlie Walker en el Daily Mail, consciente que se han acabado muchas cosas en uno de los últimos clubs románticos de la Premier League.