¿Es la suerte de los campeones o el miedo a la autocrítica?

Gol de Araujo ante la Real Sociedad

Gol de Araujo ante la Real Sociedad / Javi Ferrándiz

Ernest Folch

Ernest Folch

No, el gol de Araujo ante la Real Sociedad no fue ningún milagro. Porque un milagro es lo que acontece de manera excepcional, y este año el Barça ha convertido lo increíble en rutinario. Araújo marcó en el último suspiro, pero de igual manera que había sucedido contra el Celta con el gol de Cancelo al límite de la bocina en el 90’, y casi igual al empate que logró Sergi Roberto ante el Granada a falta de solo cinco minutos (85’).

Si ampliamos el margen al último cuarto de hora de los partidos de Liga, vemos que el Barça empezó a doblegar al Cádiz con el gol de Pedri en el 82’, ganó a Osasuna gracias a Lewandowsky en el 86’, apareció Marc Guiu en el 80’ para ganar al Athletic, doblegó al Sevilla gracias a un gol de rebote de Sergio Ramos en propia puerta y solo encarriló el primer partido a casa ante el Cádiz a partir del 80’ con gol de Pedri. Ante el Mallorca el empate definitivo de Fermín llegó en el 75’ tras ir perdiendo 2-0. Solo ha logrado una victoria holgada ante el Betis (5-0).

Los números son elocuentes: de las doce jornadas disputadas, en nueve de ellas (el 75% de los partidos) el Barça ha sacado adelante o ha salvado los partidos en el último cuarto de hora. Hay sin duda una primera lectura positiva: el equipo de Xavi es competitivo, luchador y altamente resistente. Solo gana los partidos en el último tramo del encuentro un equipo fuerte mentalmente y con mentalidad ganadora.

Pero hay también una visión más crítica: este Barça es incapaz de ganar un partido sin sufrir, y va siempre al límite. Dado que es incapaz de imponer su juego, y de transformar en goles las ocasiones de gol que genera, tiene que sobrevivir tirando de la épica y de su innegable capacidad de sufrimiento.

El vaso, pues, puede estar medio lleno o medio vacío según el gusto de cada uno. Nada ejemplifica mejor este debate que el partido ante la Real Sociedad, en el que un calamitoso juego durante 75 minutos se combinó con una admirable capacidad de resistencia y unos buenos 15 minutos finales en los que el equipo supo sobrevivir a su propio desastre. Un partido ambivalente que llega en el momento de la temporada en el que los equipos no ganan nada pero sí pueden perderlo todo.

Al terminar el partido, el propio presidente Laporta confesó a un grupo de aficionados: “Es la suerte de los campeones”. Después del partido ante el Madrid, Xavi prefirió la lectura condescendiente de que habían merecido la victoria, pero el partido ante la Real demostró que el equipo tiene sobre todo un problema de fútbol. ¿Es la suerte de los campeones o es quizás un miedo patológico a la autocrítica? De como el equipo digiera las dos caras opuestas de una misma moneda que han sido el Clásico y el partido contra la Real depende en buena parte la suerte de toda la temporada.