Proteger al mayor ciclo de la historia

José María Enríquez Negreira, ex árbitro y ex vicepresidente del Comité Nacional de Árbitros

José María Enríquez Negreira, ex árbitro y ex vicepresidente del Comité Nacional de Árbitros / Cadenaser.com

David Bernabeu

David Bernabeu

Pegarse un tiro al pié. Una especialidad de la que se imparten lecciones en el Camp Nou. Si te molesta la oposición, la difamas con cuentas fake. Pagas la trama a precio de oro y troceas facturas para que los controles toquen el violín. Si fichas a Neymar y no aclaras cifras, un farmacéutico de Olesa te manda a la Audiencia. Si te procesan, pactas que condenen al Barça y listo. Si un día te aburres, te gastas 400 mil euros en espionajes. Si cierras un clínic en Uzbekistán con varias de tus estrellas, te llevan a juicio. Si ganas las elecciones, propones una acción de responsabilidad contra la junta saliente. Si vendes a Ney, te gastas tres veces lo ingresado y arruinas al club. Y claro, tanto va el cántaro a la fuente, que si tu obsesión es que el Madrid va muy por delante en la influencia sobre los órganos federativos, le pagas una millonada durante dos décadas al número dos de los árbitros y “cierras” el asunto con el peor comunicado de los últimos tiempos. Que el Barça haya resistido antes estos modelos de gestión es un milagro de tintes casi bíblicos. El Caso Negreira es inconcebible. No hay un sólo culé que, en su sano juicio, pueda defender este desastre que ha puesto en el foco de las peores sospechas al impoluto escudo azulgrana. Para restaurar el complejo de inferioridad respecto al poder fáctico blanco había otras fórmulas. Desde luego, nunca la de untar a un vicepresidente del CTA, hubiera o no trabajos a cambio o fuera por un precio más aseado. El club no debe investigar. Debe contarnos lo que ocurrió. No sólo para esclarecer el caso. Sino para defender a la mejor generación de la historia del fútbol. Messi, Xavi e Iniesta lo ganaron todo porque eran únicos. Los mejores. Y no se merecen que el antibarcelonismo más rancio utilice este triste episodio para despreciar sus éxitos. Este despróposito no debe manchar lo que tanto costó construir sobre el césped. Eso también está en juego.